Partimos luego hacia el Templo del Cielo, donde en la antiguedad los emperadores rendían homenaje y peticionaban al cielo, que era donde residían los Dioses para los antiguos chinos, una cosecha prospera y abundante para el año siguiente. A pesar de que ya había allí anteriormente, esta es la primera vez que pude apreciar el lugar con la luz del sol (las veces que fui antes estuvo siempre nublado), lo cual ayudó en gran medida a apreciar la majestuosidad del lugar. El sitio es inmenso, por lo que caminar ahí pudo resultar agotador. Igualmente, se podían ver muchos ancianos o ejercitandose por los caminos llenos de arboles centenarios, o jugando a las cartas en el "Gran Corredor". Sin duda la decisión de conservar estos sitios históricos es importante tanto para la conservación del patrimonio cultural, así como para facilitar a los habitantes un lugar sereno y llenos de historia para disfrutar.
Al finalizar el recorrido cruzamos la calle para ir al mercado "Hong Qiao", por lo visto uno de los más famosos de Beijing. Por alguna razón habían más extranjeros que chinos haciendo compras y regateando por los precios, lo cual dice mucho del impacto turístico en la zona. Allí pudimos conocer, suerte mediante, a un artista dedicado exclusivamente a realizar pinturas dentro de botellas. Con un pincel mínusculo, estaba dibujando trazo por trazo las hojas de un árbol. Pudimos apreciar luego algunas de sus obras más detalladas, algunas de las cuales podían valer decenas de miles de yuanes. El artista, muy joven, pertenecía a una de las escuelas de intura interior más prominentes de China, habiéndo particpado en diversas exposiciones y eventos de difusión cultural China. Sin duda es un tipo de arte preciado, cuyo apredizaje y ejecución requieren una técnica y paciencia sobrehumana. Obviamente compramos una obra, de las menores, por supuesto para llevarnos un recuerdo de tan especial arte.
Finalmente llegamos a las oficinas del CRI, donde pudimos visitar el departamento de español de la radio, y hasta llegamos a grabar un pequeño programa con otro de los oyentes ganadores, el señor Juan Franco Crespo, que por lo que conocí, es uno de los públicos más fieles que tiene la radio en el exterior.