Al mencionar a los representantes de la ideología tradicional de China, además de Confucio que hemos presentado la semana pasada, vale mucho la pena destacar los otros dos grandes personajes, Laozi y Zhuangzi, ambos muy brillantes y fructuosos.
Laozi, que vivió en las postrimerías del Periodo de Primavera y Otoño (770-221a.n.e.), fue fundador del taoísmo. Laozi tenía el apellido Li y el nombre Er. Era funcionario de la dinastía Zhou (771a.n.e.) y se encargaba de administrar la colección de libros. "Dao De Jing" (《道德经》) es una obra maestra de Laozi. Aunque sólo contiene unos cincos mil caracteres, ha tenido una influencia trascendental sobre las generaciones posteriores. Laozi se valió de la virtud (Tao) para explicar el origen y evolución del universo y todas las cosas y seres vivos, diciendo que se deben respetar y seguir las propiedades y reglas del Tao en el pensamiento y los actos, siguiendo las Leyes de la naturaleza y vencer lo fuerte con lo débil, pues las cosas débiles en apariencia suelen tener carácter firme.
Laozi
Zhuangzi heredó y desarrolló la doctrina de Laozi. En su libro Zhuangzi, este filósofo siguió y mejoró el punto de vista de Laozi sobre el Tao. Abogó por unir todas las cosas y seres vivos con el individuo y equiparar la vida y la muerte. Zhuangzi aspiraba a un mundo espiritual que permitiera la trascendencia y la libertad. Dadas las muchas semejanzas en sus teorías, Laozi y Zhuangzi reciben el nombre conjunto de "Lao Zhuang".
A continuación les presentamos una historia que representa el pensamiento taoista:
Monjes taoístasa practican Taichi Quan
El caballo de un campesino se escapó. Ante la conmiseración de su vecino, el campesino le dijo: "¿Quién sabe si es bueno o malo?". Y tuvo razón, porque al día siguiente el caballo regresó acompañado de caballos salvajes con los cuales había trabado amistad. El vecino reapareció, esta vez para felicitarlo por el regalo caído del cielo, pero el campesino repitió: "¿Quién sabe si es bueno o malo?". Y otra vez tuvo razón porque al día siguiente su hijo trató de montar uno de los caballos salvajes y se cayó, rompiéndose una pierna. El vecino volvió a mostrar su pesar, y recibió nuevamente la anterior pregunta: "¿Quién sabe si es bueno o malo?". Y el campesino tuvo razón una cuarta vez, porque al día siguiente aparecieron unos soldados para reclutar al hijo, pero lo eximieron por encontrarse herido.