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A pesar de las divergencias se esperan acuerdos en la cumbre del G-20
2009-04-01 15:52:21   CRI

El 2 de abril se celebrará en Londres la segunda cumbre del G-20 o Grupo de los Veinte, reunión en la que los líderes de las economías emergentes y de las más desarrolladas del planeta intentarán adoptar una estrategia común para salir de la crisis financiera. Dadas las dificultades por las que atraviesa la economía mundial, la importancia de la cumbre de Londres resulta obvia. Según los analistas, aunque las posturas de partida serán distintas, hay confianza en que el encuentro termine con algunos acuerdos.

Los principales temas que se tratarán en la cumbre serán la coordinación de las políticas macroeconómicas, el impulso de la revitalización económica, el reforzamiento de la supervisión financiera, la estabilización del mercado monetario, el rechazo al proteccionismo financiero y comercial, y la protección del medio ambiente.

En cuanto a propuestas concretas, la más ambiciosa consiste en la aplicación de un plan conjunto y coordinado para estimular la economía mundial. El presidente estadounidense, Barack Obama, intentará convencer a los líderes de la Unión Europea de que ejecuten planes de estímulo similares al suyo, con el fin de sumar fuerzas y poder llevar adelante todos juntos un proyecto de estímulo de vasto alcance.

Michael Froman, consejero de la Casa Blanca para asuntos económicos internacionales, ha adelantado que Obama hará hincapié en que para revitalizar la economía mundial es necesario ejecutar un "plan de estímulo económico inmenso". Pero los líderes de la Unión Europea ya han manifestado su negativa a incrementar las inversiones públicas para estimular la economía. La canciller alemana Angela Merkel recalcó que muchos miembros del bloque europeo ya han desembolsado bastante dinero para ese fin y que antes de tomar nuevas medidas hay que ver los resultados de las adoptadas hasta ahora. Los observadores esperan que en el transcurso de la cumbre de Londres ambas partes limen sus diferencias y lleguen a un acuerdo equilibrado favorable a la recuperación económica.

También se espera que las discrepancias no impidan llegar a acuerdos en varios puntos de cuyo correcto tratamiento puede depender la superación de la crisis financiera mundial y el consiguiente repunte de la economía planetaria.

El primer punto es el proteccionismo financiero y comercial, fenómeno que revive en ciertas economías y ante el que los participantes en la cumbre de Londres expresarán su firme rechazo. La respuesta al proteccionismo debe darse en el marco de la Ronda de Doha, cuyo avance habrá que impulsar para revitalizar la economía lo antes posible.

En segundo lugar, también se espera que las economías representadas en la cumbre se comprometan a ayudar a las economías pobres a superar las actuales dificultades. En una carta dirigida a los líderes asistentes a la reunión, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, les pide que incrementen su apoyo a los países en vías de desarrollo. Es de esperar que la respuesta a tantos llamamientos sea la llegada a cierto consenso en este punto.

En tercer lugar, en cuanto a la reforma de las instituciones financieras, los miembros del G-20 tomarán en consideración el aumento de los recursos financieros del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial (BM), y potenciarán sus funciones de supervisar los riesgos financieros mundiales y de dar señales de alerta. Además, se abordará la evolución política y económica de los países en vías de desarrollo, y algunos miembros propondrán dar mayor representatividad y derecho a voz a los mercados emergentes y los países en vías desarrollo, punto este en el que también se confía en llegar a un acuerdo.

Tanto si se llega a un acuerdo en todos estos puntos como si no, la cumbre del G-20 que se celebrará el jueves en Londres transmitirá varias señales positivas al mundo. La primera es que las economías que representan un 85 % del producto interior bruto mundial están uniéndose con fin de aplicar las medidas necesarias para detener la recesión mundial; la segunda, que es posible cambiar el sistema y el marco financieros establecidos tras la segunda guerra mundial a iniciativa de los EE.UU.; y la tercera y última señal es que la elevación del lugar ocupado por los países en vías de desarrollo dentro del sistema de coordinación económica mundial revela un nuevo equilibrio en el diálogo político internacional.

 
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