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Baile del Dro a ritmo contemporáneo
2009-03-17 14:15:14   CRI

Es muy probable que estén al tanto de la pasión y experiencia que demuestran los habitantes de la región china del Tíbet en cuanto a cantos y bailes. Muchas artes antiguas se transmiten en la meseta de generación en generación. En el programa de hoy, conocerán el encanto de una danza folclórica tibetana llamada dro.

En idioma tibetano, dro significa buen agüero. Esta expresión artística, también conocida como "la danza del tamboril", se representa generalmente en la apertura o clausura de las fiestas importantes. Esta singular danza tradicional de la etnia tibetana ya tiene una historia de 1.300 años. Es una de los bailes más antiguos que todavía se practican en el mundo.

Según una leyenda, en el siglo VIII, el rey Trisong Detsen se apoyó en maestros budistas para fundar el primer templo del Tíbet a la orilla del río Yarlung Zangbo. Sin embargo, cada noche los demonios salían a destruir la obra erigida durante el día. Con el fin de exorcizarlos, los maestros pidieron a los siete hermanos Droba bailar el dro en el sitio de construcción. A partir de entonces comenzó a difundirse este baile.

Para ser más exactos, el lugar de nacimiento de esta danza se ubica en un poblado llamado Trengo, en el distrito de Konggar. Allí cualquier persona, niños incluidos, puede bailar un típico dro al ritmo del tamboril. Tashi Dundrub, de ochenta años, es el mayor y más famoso entre los maestros de dro del lugar. Todos los días, cuando los jóvenes se reúnen en la plaza de la población para practicar la danza, el anciano acude. Fija la mirada en cada movimiento de los bailarines y los corrige en voz alta, de modo que no se cometa ninguna falta. Para Tashi Dundrub, el dro es un legado sagrado de los antepasados. Sin embargo, hace cincuenta años, no consideraba al baile como ocupación agradable y emocionante. Al respecto, recuerda:

"Aprendí el dro con el fin de cumplir con mi servicio al antiguo gobierno del Tíbet. En cada Año Nuevo del calendario tibetano, cuando los miembros de la familia debían reunirse, nosotros, los llamados artistas, teníamos que ir a Lhasa para ofrecer espectáculos ante los señores y los budas vivientes. Nunca nos ofrecieron ni una taza de agua, y ni hablar de pago. En aquel entonces, solíamos decir que servir a los señores era una forma de matar el tiempo. Por eso, aunque los maestros se empeñaban en enseñarnos diversos métodos y habilidades, no le poníamos mucho interés al aprendizaje".

Gracias a la reforma democrática llevada a cabo en 1959 por el gobierno de la República Popular China, y especialmente después de aplicada la reforma y la apertura hacia el exterior en los últimos 30 años, se volvieron a escuchar los toques del tamboril en los poblados apartados. El amparo que el gobierno chino ha otorgado a la cultura étnica ha permitido la resurrección de esta arte antigua.

En 1983, se formaron varios compañías artísticas en diferentes zonas de la Región Autónoma del Tíbet, con el fin de inyectar mayor vitalidad a las artes folclóricas. Al enterarse de la noticia, Penba Tsering ingresó, por curiosidad, a la compañía local de dro. El instructor del grupo compuesto por doce bailarines es el mismo Tashi Dundrub que hemos mencionado. Gracias al riguroso entrenamiento del maestro, el joven Penba Tsering comprendió la esencia del dro, y quedó fascinado por esta antigua danza folclórica.

"Un espectáculo completo de dro se divide en unas veinte sesiones, según la diversidad de los pasos y de los toques, y dura unas siete horas. Es una experiencia agotadora en extremo, pues hay que bailar meneando la cabeza y con un tamboril colgado del hombro. Al final, duele todo el cuerpo por varios días, e incluso se producen lesiones. A veces me siento aburrido en el entrenamiento. Pero cuanto más tiempo dedico a la danza, más la comprendo y más la quiero. Nunca pierdo oportunidad de asistir a los espectáculos o ensayos".

Tasang Norbu, condiscípulo de Penba Tsering durante el aprendizaje de la danza con el maestro Tashi Dundrub, tiene a su vez sus propios discípulos en la actualidad. Con el fin de transmitir esta manifestación artística, incorporó a su hijo a la compañía de danza, además de enseñar las habilidades a los jóvenes que llegan a él atraídos por su fama. Tasang Norbu afirma que el dro ha colmado su vida de dicha:

"De vez en cuando nos invitan a participar en diversos actos o celebraciones en todos lugares de la Región Autónoma. Al término del espectáculo, nos llevan a visitar sitios de interés y rendir culto a los templos locales. No todos, ni siquiera los ancianos, han podido recorrer tantos templos como hemos hecho nosotros. Nos sentimos muy orgullosos".

En comparación con otros tipos de danza tradicional tibetana, la del estilo dro es más diversa y compleja, ya que deja mucho terreno a la improvisación. A fin de proteger la cultura folclórica, el Consejo de Estado incluyó en 1996 el dro de Trengo en la primera lista de los Patrimonios Culturales Intangibles de Nivel Nacional.

Qamba, responsable de asuntos culturales del distrito de Konggar, nos ofrece más detalles sobre el tema:

"Tras ser incluido en la lista de Patrimonios Intangibles, el dro ha logrado un mayor apoyo del gobierno. Se ha recuperado el antiguo método coreográfico de quince de las dieciocho sesiones de la danza y nos estamos esforzando por restaurar las tres restantes. La compañía, que estaba compuesta por doce personas, ahora cuenta con 160 bailarines. Además, estamos estudiando la viabilidad de innovar la representación tradicional, agregándole un coro femenino".

Antes de la reforma democrática en el Tíbet, estaba prohibida la interpretación del dro, excepto en las ceremonias importantes organizadas por las autoridades religiosas o gubernamentales. Pero hoy día, se ven los espectáculos de esta danza en cualquier momento y lugar del campo tibetano.

 
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