Harold Santana Gainza

Radio Internacional de China

Un largo camino, polvoriento y desértico, conduce a nuestro destino en la mañana de hoy. A los lados, solo destacan la aridez del lugar, la escasa vegetación y los desfiladeros que se pierden allá abajo en lo profundo. En esta ruta está el Hogar de Ancianos del poblado Tai An.

Wang Guifang, es una mujer de sesenta años, curtida por el trabajo y la vida. Ella es un verdadero ejemplo del sacrificio personal por el bien de la sociedad, y de un sector tan sensible como es el de los ancianos.

Desde hace más de 20 años, Wang se encarga de la atención a los ancianos sin protección filial en el poblado Tai An donde el gobierno del territorio construyó el local. Siendo ella la única trabajadora, Wang no recibió salario alguno durante 18 años. Fue hace 6 años, que se le concedió un ingreso mensual de 600 yuanes.

Actualmente, con un presupuesto de 1000 yuanes al mes, Wang Guifang cubre las necesidades de seis ancianos que tienen una casa propia y amorosa en este hogar común. Para complementar la alimentación de sus asistenciados, Wang cultiva cereales, principalmente maíz, en un terreno asignado por las autoridades locales. Parte de esta cosecha se vende para obtener otros ingresos para la institución.

Esta abnegada mujer prácticamente vive en este asilo; sus familiares la extrañan y se quejan de que casi no les dedica tiempo. Wang trabaja en el campo, cocina para los ancianos, lava sus ropas, los consuela y les hace compañía.

Solidaria, desinteresada, generosa hasta el límite con lo divino...Wang Guifang es un ángel caído que ilumina las vidas de los ancianos del Poblado Tai An.