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Proteger dientes y boca
2008-10-03 15:58:36   CRI
Hay un mal algo frecuente que, además de ser una mortificación para quien lo padece, suele afectar, de algún modo, las relaciones interpersonales. En el afán de darle una explicación, unos creen que es un problema que tiene que ver con el mal estado de los dientes; otros están convencidos de que no es sino una falta de cuidado en la higiene de la boca, y casi nadie se ha puesto a pensar que la halitosis o mal aliento ?este es el nombre con el que se le conoce? puede ser el síntoma de una enfermedad gástrica. Este es el tema del cual nos vamos a ocupar en nuestro espacio de hoy.

Según la medicina tradicional china, cuando se perturba el normal funcionamiento del estómago, se produce allí, además del llamado fuego estomacal, un desbalance en la energía del Ying. Por lo general, padecen de este mal, las personas que beben demasiado licor u otras bebidas estimulantes, comen alimentos con mucha grasa, frituras o abusan de los ingredientes picantes. Este conjunato de elementos producen flema, humedad y calor interior, que, a su vez, ocasiona indigestión, o sea, el estancamiento del proceso digestivo. Además, la perturbación de la fisiología del hígado o de la vesícula biliar también puede producir el fuego estomacal. Por otra parte, el insomnio, la fatiga por el exceso de trabajo, la frecuente crispación por el mal genio o los viajes largos y fatigantes, son factores que determinan el estancamiento de la energía en el organismo, lo cual puede transformarse en fuego estomacal. En resumen, de la perturbación de la capacidad fisiológica del estómago se derivan varias males, como náuseas, úlceras en la cavidad bucal, inflamación y dolor en las encías, estreñimiento, etc. Conviene saber que, por lo general, el mal olor sube desde el estómago y deja en la boca un sabor amargo y una sensación de sequedad. Es en estas circunstancias cuando la boca exhala un dolor desagradable.

Es lógico pensar que, para la halitosis o mal aliento que tiene estas causas, la solución está en resolver, con algunos medicamentos, los desarreglos de la digestión; sin embargo, la medicina china aconseja, a través de una cuidadosa alimentación y de una administración de medicamentos espeiales, eliminar el fuego interior, tonificar el Ying y evitar el estancamiento de los alimentos en el estómago. Entre los alimentos reccomendados por sus ventajas digestivas está el arroz, los fideos blandos y el mijo, preparados de cualquier modo, especialmente en sopas. En general, es aconsejable incorporar a la dieta diaria una buena dosis de vegetales, sobre todo, de verduras, y disminuir la de carne. En cambio, se recomienda evitar por completo los alimentos grasosos y picantes y todo tipo de frituras. La sopa de mijo con ñame, por ejemplo, tiene la virtud de tener, además de grandes efectos digestivos y nutritivos, una función especial de tonificar el Ying. Tomar estas sopas con frecuencia beneficia enormemente la salud, especialmente la de las mujeres.

Queridos oyentes, a propósito de la salud, entre los diversos medios que nos permiten cultivarla y mantenerla en buen estado, se halla uno que depende totalmente de las personas: el trato a los demás y el modo de reaccionar frente a las actitudes de los otros.

Las investigaciones hechas por algunos psicólogos revelan que la tasa de muertes producidas entre gente que ha dado o recibido habitualmente un trato amable y cordial y ha mantenido una relación de amistad con muchas personas, es notablemente baja. Y, en cambio, sucede todo lo contrario en medios donde son cotidianas las deavenencias familiares, las contradicciones entre los amigos o entre los colegas, la discordía entre los vecinos, etc. Resulta obvio decir que esta constante alteración del ánimo impacta negativamente en los sentimientos, que acaban oscilando entre la cólera, la decepción, la tristeza, el remordimiento, la neurosis, la depresión, etc. con el consecuente trastorno del metabolismo y el peligroso descenso de la capacidad inmunológica. Una persona que lleva este tipo de vida es vulnerable a males como la hipertensión arterial, las cardiopatías, las úlceras, el asma, etc.

Conviene, pues, tener en cuenta que la relación amable y armoniosa con los demás, dando y recibiendo afecto, es una excelente medidina para la salud, con la enorme ventaja de que depende de uno mismo y es totalmente gratuita. Honorato de Balzac, el gran novelista francés, dice en uno de sus libros: "Para fortalecerse y ser pródiga con las demás, el alma humana necesita nutrirse del sentimiento de otras almas. Sin esta maravillosa interrelación, el corazón del ser humano perderá vitalidad y se marchitará como si careciera de aire".

Todo esto nos lleva a la verdad de que la salud psicológica crea una sólida base para la salud fisiológica o corporal. Al hablar de la vida en armonía con los demás no queremos decir que no sea posible discrepar o pensar en forma diferente. La confrontación de ideas y la discusión llevan también a una alteración del ánimo pero cuando las discrepancias se conducen en forma razonable, esa alteración alcanza la categoría de exaltación vital que, en vez de producir ira o decepción, robustece y ennoblece el espíritu y deja, en él, una sensación positiva y placentera. Por eso, la relación con lo demás no debe ser pasiva ni la amistad debe crecer sobre las bases falsas del silencio de las ideas discrepantes. La única condición ´para que este modo de relación con los demás sea altamente positiva es llevarla a cabo evitando la terquedad, el capricho y la intolerancia. De la franqueza y no del ocultamiento de lo que uno piensa surge el auténtico respeto.

Vamos a cerrar nuestro programa contándoles una anécdota vivida por señor Wu. Unos años atrás, Wu fue al médico agobiado por la fiebre y un fuerte dolor de garganta. El médico diagnosticó: "Hay que extripar las amígdalas. Están supurando." Wu tuvo que someterse a la operación. Medio año Después, fue de emergencia al hospital, esta vez, con un intolerable dolor de estómago. El médico lo examinó y le dijo:" Su caso es grave. Tiene apendicitis." "¿Apendicitis?", dijo Wu, "preocupado." "Sí," dijo el médico," le vamos a cortar de inmediato el apéndice." Y, efectivamente, Wu fue operado del apéndice. Hace poco, el amigo de Wu lo vio llegar a la oficina con un semblante tan malo, que era evidente que sufría de un mal grave. Se sentaba en su escritorio con la cabeza baja y los ojos cerrados y no quería hablar. Su amigo sabía que ya le habían cortado el apéndice y las amígdalas, pero ¿qué mal padecía Wu esta vez? Su amigo se acercó, le palmeó la espalda y le preguntó qué podía hacer por él. Haciendo un gran esfuerzo le dijo a su amigo:" Estoy mal pero no quiero ir al médico." "¿Por qué?", le preguntó. Porque él ordenó que me cortaran el apéndice y las amógdalas. Hizo bien el médico, le dijo su amigo. En esa ocasión, sí, dijo Wu, "pero esta vez no voy por nada del mundo porque, ¡sabe?, esta vez me duele la cabeza. "

 
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