La etnia tibetana, que ha vivido generación tras generación en el llamado "techo del mundo", ha creado y desarrollado una espléndida cultura que abarca aspectos tan variados como la astronomía y la ciencia de los calendarios, la tecnología, la medicina, la literatura, el vestido y la pintura. Todos ellos comparten una serie de inconfundibles rasgos tibetanos. Pero cabe preguntarse de qué manera la modernización de la sociedad tibetana está influyendo en su cultura tradicional. Este es precisamente el tema que vamos a abordar en el siguiente reportaje especial.
Estamos en un aula de la Escuela de Secundaria del Distrito de Nyingchi, en el este de la región autónoma del Tíbet. Con ayuda de su maestro y de una máquina de coser, treinta y siete alumnos están confeccionando una prenda de vestir tradicional llamada kongpo. En la pizarra se ha dibujado el patrón y en las paredes hay expuestos unos diez kongpos ya terminados.
La historia del kongpo, prenda originaria de la región de Nyingchi, se remonta a hace unos siete siglos. Como no tiene ni cuello ni mangas, simplemente se echa por encima y se ata por la cintura utilizando cinturones bordados con diferentes motivos. El kongpo es una prenda muy apropiada para quienes viven en zonas montañosas y boscosas. Lei Wanrong, subdirectora de la Escuela Secundaria del Distrito de Nyingchi, nos explicó por qué había decidido impartir clases de costura.
"Hoy en día no hay mucha gente que sepa confeccionar un kongpo. Por eso invitamos a un maestro artesano a que viniera a nuestra escuela para enseñar sus técnicas a nuestro alumnos. El objetivo último es asegurarnos de que nuestro traje típico siga transmitiéndose de generación en generación, es decir, de que no desaparezca. Los padres han colaborado muy generosamente, ya que este maestro artesano es muy conocido en Nyingchi. La verdad es que las clases van bastante bien".
El maestro artesano al que aludía la subdirectora Lei Wanrong se llama Ngodrup. Empezó a aprender confeccionar kongpos cuando tenía trece años y ahora lleva ya cuarenta y siete dedicado a este oficio. Desde hace un año, cuando recibió la invitación de la escuela, Ngodrup acude todos los días a ella para enseñar los secretos de la confección del kongpo a alumnos de diferentes edades. Los maestros de la escuela que supervisan las clases van tomando notas que posteriormente se reunirán en un libro. Pero, ¿qué piensa el maestro artesano Ngodrup de todo esto?:
"Me preocupa la posibilidad de que algún día desaparezca esta artesanía, ya que es un importante componente de nuestra cultura. El dar clases a estos chicos y chicas me permite acariciar la esperanza de que esta tradición no desparecerá. Mi mayor deseo es que cada vez haya más gente capaz de confeccionar su propio kongpo".
Cuando empezaron a impartirse las clases de costura, Ngodrup y la escuela se enfrentaron con graves problemas económicos. Al enterarse de tales dificultades, Yeling, subdirector del Departamento de Enseñanza de la Región de Nyingchi, decidió asignar un fondo especial en apoyo de este proyecto.
"El kongpo es una prenda artesanal muy característica de nuestra etnia. Además, en el mercado local tiene buena salida. Si no nos organizamos para aprender y difundir los elementos que componen nuestra cultura, tarde o temprano desaparecerán".
Yeling precisó que el objetivo de las clases de costura no se limita a enseñar a los jóvenes la artesanía del kongpo, sino que incluye su difusión a través del mercado.
En Bajiaojie, la calle comercial y turística más animada de Llasa, se encuentra el Taller de Tangkas Pargor, una tienda dedicada exclusivamente a la venta de tangkas. El tangka es una pintura enrollable típicamente tibetana de contenido religioso cuyo soporte suele ser tela o seda. Los tangkas suelen verse colgados en las salas de los monasterios y en los hogares de los creyentes. Su temática es muy amplia, puesto que además de temas propios del lamaísmo o budismo tibetano incluye otros relacionados con la historia y la sociedad tibetana, la astronomía y la ciencia de los calendarios.
Tseten Namgyal, propietario de la tienda y pintor de tangkas, nos comentó lo siguiente:
"Si abrí esta tienda fue sobre todo con el fin de ganar el dinero necesario para pagar mis gastos y ayudar a los demás; pero también la abrí pensando en la difusión de esta bella arte tibetana".
El Taller de Tangkas Pargor es diferente de las demás tiendas de tangkas de esta calle. En ella, además de venderse estas obras de arte, se imparten clases de pintura. Tsenten Namgyal cuenta con seis alumnos estadounideneses y japoneses, y muchos más provenientes de toda China. Uno de ellos lleva nueve años aprendiendo con él. Tsenten Namgyal nos dijo que está dispuesto a enseñar gratis a todo aquel interesado en aprender, sea cual sea su edad, nacionalidad, etnia y sexo.
La especial atención puesta en los detalles contribuye a realzar el valor artístico de los tangkas de Tsenten Namgyal. Por eso son más caros que los que se venden en otras tiendas. Sin embargo, los precios nunca han afectado a la actividad comercial. Tsenten Namgyal nos explicó que sus ganancias anuales ascienden a 300 000 yuanes, cantidad que le permite ofrecer clases gratuitas a los amantes de los tangkas. Son estas personas quienes con su asistencia a las clases o simplemente comprando alguna obra contribuyen a la introducción de los tangkas en un mercado más amplio.
Según Nyima Tsering, vicepresidente de la región autónoma del Tíbet, el actual proceso de modernización no está destruyendo la cultura tibetana tradicional, que pervive en la ropa, los hábitos alimentarios y las costumbres populares. En algunos países, la cultura tradicional solo puede verse en los museos. No es este el caso de la cultura tibetana, cuya vigencia puede comprobarse a cada paso.
(CRI)
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