Durante los Juegos Olímpicos de Beijing, junto a las calles, bajo los cruces a desnivel, en las paradas de autobuses y en las entradas a los barrios de viviendas, se ven pequeños grupos de ciudadanos que llevan una camiseta blanca con el logotipo olímpico. Son los voluntarios de seguridad de la ciudad. Además de velar por la seguridad pública durante las Olimpiadas, estos voluntarios ofrecen información a los viandantes que la solicitan.

De uno de estos grupos de voluntarios forma parte Chen Hong, una mujer jubilada de más de sesenta años que vive en "Primavera de Aolin", el barrio situado delante de la Villa Olímpica. Hace tiempo, el comité de vecinos de su barrio hizo un llamamiento en el que pidió voluntarios para las Olimpiadas. Sin la menor vacilación, Chen Hong se dirigió al comité de vecinos y dijo que quería ser voluntaria:

"Recuerdo que un día, mientras estábamos practicando taichi, se nos acercó un responsable del comité de vecinos y nos dijo: 'Beijing va a organizar los Juegos Olímpicos y necesitamos voluntarios. Cualquier vecino de nuestro barrio que tenga ganas de colaborar en la celebración de las Olimpiadas puede hacer de voluntario'. Como China llevaba más de un siglo esperando la oportunidad de ser anfitriona de unos Juegos Olímpicos, sentí que había llegado el momento de hacer algo. Además, como ya estoy jubilada, no tengo mucho que hacer, así que trato de terminar mis quehaceres domésticos antes o después de mi turno de guardia".

Ahora Chen Hong hace turnos de cinco o seis horas diarias con sus vecinos. Sus únicas herramientas de trabajo son una sombrilla y un banquito, pero los servicios que ofrece no dejan nada que desear. El mayor deseo de Chen Hong es acoger hospitalariamente a quienes acuden a la capital china con motivo de los Juegos Olímpicos y cumplir a rajatabla sus obligaciones de voluntaria.

"Todos decimos que tenemos que ser buenos anfitriones y tratar amablemente a nuestros huéspedes. Son gente que viene de lugares muy lejanos, así que si se encuentran con alguna dificultad, hemos de hacer todo lo posible por ayudarles."

Chen Hong nunca olvidará el 10 de agosto del 2008.

"El 10 de agosto por la tarde nos tocó hacer guardia. A las cinco empezó a llover a cántaros y fuimos a ponernos a cubierto bajo un toldo. Justo entonces llegó una pareja de ancianos extranjeros que reconocimos enseguida, ya que estaban viviendo temporalmente en nuestro barrio. Después de bajar del autobús, vinieron corriendo hacia nosotras. Pero el toldo era demasiado pequeño para cubrirnos a todos. Entonces, abrimos nuestros paraguas para resguardar a la pareja de la lluvia. Como cualquiera que venga es nuestro huésped, di mi paraguas a aquellos dos ancianos extranjeros y yo me quedé totalmente empapada."

La actitud de Chen Hong y sus vecinas logró el reconocimiento de todos. Cuando van andando por la calle o pasean por su barrio, los extranjeros reconocen a estas voluntarias ejemplares y las saludan frecuentemente. Como es natural, Chen Hong se siente muy contenta.

"Incluso cuando no trabajo, si salgo a pasear y me ven, me saludan. Ya estamos acostumbrados a saludarnos cuando nos vemos".

Además de tener un corazón afectuoso, Chen Hong es una gran patriota y cada vez que oye elogios sobre los Juegos Olímpicos de Beijing siente una gran alegría.

"Los extranjeros valoran muy favorablemente tanto la ceremonia inaugural como la Villa Olímpica. Muchos de los que han participado en varias Olimpiadas califican las de Beijing de estupendas. En el espectáculo de la ceremonia inaugural se mostró lo más destacado de los cinco mil años de la civilización china, incluidos los cuatro grandes inventos. ¡Es realmente admirable haber cosechado tal éxito!"

Chen Hong nos contó que su familia se sentía orgullosa de que la hubieran aceptado como voluntaria olímpica.

En Beijing hay numerosos voluntarios de seguridad que, como Chen Hong, aportan su granito de arena al éxito de las Olimpiadas del 2008.