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Lao Zi y la filosofía de Dao
2008-06-11 11:27:56   China Hoy - CRI
Una visión polémica del universo

Antes de Lao Zi, el concepto del universo se refería al conjunto del cielo, la tierra y el hombre, el cual dio lugar a una gran variedad de mitos y leyendas. Se creía que el cosmos era originalmente una entidad indefinida en un estado de flujo continuo. Cuando la deidad Pan Gu apareció repentinamente en el universo y lo partió en dos mitades con un hacha enorme, los elementos puros y claros, ascendieron hasta formar los cielos y el resto se convirtió en la tierra. Otras deidades crearon más tarde al ser humano, la fauna y la flora sobre la tierra.

Lao Zi no aceptó la teoría de la creación de Pan Gu. Su opinión sobre el universo, según lo expresado en el Dao De Jing, es que el mismo respondía a las leyes de la naturaleza. Él creía en una fuerza intangible, cuyo movimiento continuado y autogeneración se expresan en la renovación cíclica, que está en la raíz de todo lo que existe en el universo. Lao Zi identificó esa fuerza como Dao -- la esencia de su filosofía, y un término que aparece 74 veces en su Dao De Jing. Lao Zi concibió el Dao como del origen y de la ley eterna del universo y de la vida dentro de él. Al respecto dijo: "El hombre nace partiendo de su vínculo con la tierra, la tierra lo hace respecto al cielo, el cielo surge del Dao, y el Dao parte de la naturaleza". Y advirtió: "El cielo y la tierra no saben de benevolencia" ?su manera de decir que ningún ser vivo bajo la égida del Dao merecía privilegios especiales.

La filosofía de Dao

Como el Dao es la raíz y la base de la filosofía de Lao Zi se le define como daoismo (taoísmo). Junto al confucianismo y el legalismo, es uno de los tres pilares del pensamiento chino. Lao Zi concibió el Dao como fenómeno de cambio y revocación, en el sentido del nacimiento, el crecimiento y la renovación. Él creía en dos fuerzas opuestas pero complementarias ? el Yin y el Yang, presentes en todo el universo: duro y suave, fuerte y débil, largo y corto, alto y bajo, y frente y parte posterior. Laozi dijo: "El algo y la nada crecen uno del otro; la dificultad y la facilidad se producen mutuamente; lo prolongado y breve se compensan; el sonido y la voz armonizan entre ellos; y lo frontal y trasero se siguen uno a otro". Su paradoja más conocida en este sentido es: La buena suerte reside dentro de la mala, y la mala suerte acecha dentro de lo bueno. Estos pares de contrarios coexisten, pues ninguno puede estar sin el otro. Tampoco permanecen inalterables y pueden, dependiendo de las circunstancias, transformarse en su contrario.

La idea de algo y nada, sustancia y vacío, es otro aspecto fundamental de la filosofía de Lao Zi. Él dijo: "Todo en el universo nace de la sustancia, que a su vez sale de un vacío". La sustancia se desarrolla desde la no-existencia y deviene existencia, acumulando gradualmente la fuerza y magnitud hasta alcanzar un clímax, después de lo cual declina, muere y se renueva. Ésta es la ley de la naturaleza eterna. El vacío es así el principio y el fin de todo en el universo. La hierba y los árboles, por ejemplo, crecen frondosos, altos y exuberantes de las semillas minúsculas, entonces se marchitan, decaen y mueren, dejando las semillas detrás de ellas, completando así el ciclo de la transformación del vacío en sustancia y de nuevo en vacío.

La virtud en el ejercicio del poder

La mitad del Dao De Jing se dedica al Dao y la otra mitad al De. El Dao se puede denominar como el camino o la dirección, y el De como virtud o moralidad -- la manera en que se debe recorrer el camino. Es decir, el De es la manifestación del Dao, el estado mental ideal y la norma de conducta que los hombres deben lograr para seguir la ley del Dao, de la naturaleza y del universo. Lao Zi intentó explicar el De usando el ejemplo del agua, cuya virtud comparó con un sabio. "La virtud más alta es como el agua, que beneficia a todas las criaturas en el universo, pero no exige nada para sí misma, y que se contenta con los lugares que desdeñan los hombres. Esto es lo que acerca al agua y el Dao".

Lao Zi explicó el De con muchos otros ejemplos, acudiendo al caso del macroconcepto de gobierno del Estado y de la micromateria de mantenerse sano. También comparó la virtud de gobernar un gran país con la de cocinar un pescado pequeño. Cuando un pescado se está cocinando, se le debe dar vuelta, pero no arbitrariamente, o su integridad se verá estropeada. Gobernar un país es más complicado que cocinar un pescado, pero la idea básica es igual: ni el gobernante ni el cocinero pueden actuar por impulsos; ambos deben observar las leyes de la naturaleza.

El "gobierno mediante la inacción" es principio cardinal de Lao Zi para ejercer el gobierno. Al respecto dijo: "Cuando no se hace nada, nada queda pendiente". Exhortó a los gobernantes a poner coto al deseo y la avaricia y a abstenerse de realizar cambios sociales o de explotar el trabajo del pueblo para provecho personal. Su opinión era que mientras se observen la ley y los reglamentos del Estado, habrá estabilidad nacional y paz perpetua. Los emperadores Wendi y Jingdi en los inicios de la dinastía Han gobernaron según este principio con resultados beneficiosos. La prosperidad resultante de las reglas de estos dos emperadores fue nombrada como "gobierno de Wen y Jing".

El Camino a la salud

Sima Qian no dijo hasta qué edad vivió Lao Zi, pero como Confucio llegó a los 72 y Lao Zi era 30 años mayor que aquél, se asume que era centenario. Esta longevidad fue sin duda alguna resultado de aplicar sus teorías para mantener la buena salud.

La receta de Lao Zi para la salud es disponer de bienestar psicológico, derivado del respecto a otros y al medio ambiente, y una dieta sana. Dijo: "Hay tres virtudes que atesoro y observo: benevolencia, frugalidad y modestia". Los gurúes chinos de la salud han abogado por la adherencia a estos principios, enfatizando que la cultivación moral es un requisito previo para la salud física a través de los siglos. El régimen moral y físico riguroso es también un aspecto de la medicina china tradicional. La Medicina Interna del Emperador Amarillo, la obra médica más antigua de China, contiene prescripciones como la "indiferencia hacia las ganancias mundanas" y el "permanecer libre de ambición y deseo", que son obviamente herencias de Lao Zi.

La teoría de Lao Zi de una dieta sana tiene tres principios principales. El primero es comer en favor del estómago más que de los ojos. Uno se llena el estómago para vivir, pero el estómago tiene un límite y los ojos no. Al procurar manjares, los ojos engendran deseo y avaricia. El comer según los dictados de los ojos es por lo tanto perjudicial al estómago y a la salud en general. Lao Zi dijo que los que comen para satisfacer el estómago se preponen alimentar al cuerpo, mientras que los que comen para satisfacer los ojos están condenados a causarle daño.

El segundo principio es el "del sabor de los cinco alimentos que arruinan el paladar". Lao Zi dijo que lo delicioso de los manjares se neutraliza si se comen en exceso, y que los mismos son mejor aprovechados cuando se mantiene una dieta equilibrada diaria con alimentos sencillos.

El tercer principio es "saborear lo insípido". Este aboga porque se prueben los alimentos sin condimentos, como por ejemplo las hierbas comestibles y la calabaza silvestre. Estas tienen sus propios sabores sutiles, que dan la sensación de estar cerca de la naturaleza.

Es asombroso que este sabio chino, cuya existencia sigue siendo un tema de discusión, pueda ejercer tal influencia, y que su apreciación del cosmos sea tan perfecta. El nacimiento, la madurez, la decrepitud, la muerte y la renovación son el ciclo obvio de cosas construidas, así como de los seres orgánicos. El comportamiento que toma en consideración lo bueno del conjunto debe engendrar un sentido de satisfacción. Y comer una dieta equilibrada no puede menos que dar lugar a ventajas, aunque sea por el mero hecho de evitar las secuelas desagradables de los alimentos excesivamente ricos y altamente condimentados. Con todo, a pesar del reconocimiento universal que hoy mantiene la sabiduría de Lao Zi, el deseo de satisfacción inmediata e individual se muestra tan desenfrenada y trivial hoy como hace 2.500 años.

 
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