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Hongkong recupera su vitalidad con su retorno a China
2007-06-27 15:54:28   CRI

Viajé por primera vez a Hong Kong el pasado marzo y descubrí una enérgica y vital metrópoli. Mi nombre es Elisa Reche y soy una periodista española que trabaja en Radio Internacional de China (CRI). Vivo en Beijing desde hace un año y medio, anteriormente residí durante varios años en Alemania y he viajado bastante por Europa. Debo decir que pocos lugares del Viejo Continente me han parecido tan audaces y modernos como Hong Kong.

El 1 de julio se celebra el décimo aniversario del retorno de Hong Kong a la República Popular China, tras un siglo y medio de dominación británica. Al cumplirse el plazo de 99 años de alquiler a los británicos de los Nuevos Territorios el 30 de junio de 1997, el líder chino Deng Xiaoping consiguió también para esa misma fecha la retrocesión de la isla de Hong Kong y la península de Kowloon, entregadas a perpetuidad al Imperio Británico.

Deng, artífice de la reforma y apertura de China, planteó el principio de "un país, dos sistemas", según el cual el Gobierno central continuaba su economía socialista, pero se comprometía a no realizar cambios en el sistema socioeconómico capitalista de los territorios que regresaran a la madre patria durante 50 años, política que también se aplicaría a Macao.

Hong Kong, de este modo, ha mantenido todas sus libertades, su propio sistema legal, sus jueces y policía, así como que su Gobierno esté formado por personalidades locales. De modo que ha salvaguardado su autonomía, menos en lo que respecta a Relaciones Exteriores y Defensa.

Además, la reforma iniciada por Deng a partir de 1978 había propiciado que sus economías fueran más que compatibles al convertir Shenzhen, Zhuhai y Shantou en la cercana provincia de Cantón en Zonas Económicas Especiales (ZEE), un laboratorio económico en el que se ofrecían exenciones de impuestos, regulaciones laborales más flexibles y una mano de obra muy abundante, lo que fue ampliamente aprovechado por la industria hongkonesa. La isla trasladó su base de producción a la parte continental y centró su economía en el sector servicios y en el mercado de capitales.

Estos antiguos pueblos pesqueros se han transformado en la actualidad en los lugares con mayor nivel de vida de China y Hong Kong siempre ha sido uno de los principales inversores en el continente. Desde la década de los ochenta, la isla ha invertido 273.000 millones de dólares en China, la misma cifra que el resto del mundo.

Muchos esperaron que se produjera una crisis a partir del 1 de julio de 1997 con el retorno de Hong Kong a China. Ante la incertidumbre del funcionamiento de "un país dos sistemas", ese año se produjo una verdadera diáspora de ciudadanos británicos. Una década más tarde sólo quedan en Hong Kong unos 25.000 de los 175.000 británicos que allí residían. Y finalmente sí que se desataron varias crisis importantes, pero no a causa de la retrocesión, sino debido a factores externos que afectaron profundamente a Hong Kong.

En primer lugar la Región Administrativa Especial de Hong Kong (RAEHK) se vio afectada por la crisis financiera asiática de 1997, que golpeó duramente a los dragones de la región, como Japón, Singapur o la región china de Taiwán. Más tarde, Hong Kong tuvo que enfrentarse al brote de la gripe aviar, la recesión económica estadounidense, y en último lugar, al SARS. Esta epidemia terminó de arrasar su economía, ya que ahuyentó a casi la mitad del turismo que se dirigía a la isla.

En plena crisis en 2003, Hong Kong pidió ayuda al Gobierno central y en el único momento de intervencionismo económico realizado desde el retorno, el Gobierno central permitió a los chinos continentales viajar sin visado hasta la isla y durante esa época se convirtieron en los principales turistas.

En la actualidad, más de la mitad de los 25 millones de turistas que recibe Hong Kong al año son compatriotas chinos. Los chinos procedentes de la parte continental de China impulsaron el comercio minorista en gran medida con las compras y ayudaron a que la región se recuperase, ya que su economía depende en dos terceras partes del comercio. Para muchos chinos, las visitas de fines de semana a Hong Kong para ir de compras se ha convertido en normalidad ya que allí los productos de lujo tienen unos aranceles inferiores. Todas las marcas de ropa internacionales importantes disponen en Hong Kong de llamativos escaparates, sus habitantes despliegan una elegancia proverbial y son una de las avanzadillas de la moda en Asia.

Los centros comerciales compiten en lujo y en una exhibición de buen gusto, los anuncios en las calles tienen las dimensiones más enormes que haya podido contemplar en ningún otro sitio y los lugares destinados al ocio, estética y cuidado de la imagen son la marca evidente de la región.

Otro aspecto que no merece la pena olvidar es que se trata de la segunda bolsa de valores en importancia de Asia, después de Tokio, y que ha continuado siendo un centro financiero y comercial de proyección internacional. Muchas empresas occidentales y también un importante número de compañías de la parte continental de China decidieron salir a bolsa en Hong Kong una vez comprobado que la aplicación de "un país, dos sistemas" se había puesto en práctica de manera escrupulosa. De este modo, Hong Kong afianzó su posición como centro global de finanzas.

Diez años más tarde se puede comprobar que el futuro de Hong Kong puede beneficiarse en gran medida del espectacular crecimiento de la parte continental, lo que le ha insuflado, y continuará haciéndolo, una extraordinaria vitalidad.

Hong Kong es una urbe con prisas, de calles estrechas, vegetación exuberante, imponentes edificios-aguja, y sobre todo, un puerto fragante, tal y como su propio nombre indica (Xianggang) al estar situada en el delta del río de la Perla.

La extraordinaria fusión entre Oriente y Occidente reúne en sus calles autobuses londinenses de dos plantas y estrictas filas para montarse en ellos con el olor a pescado de los tradicionales mercados callejeros. El culto al confucianismo convive en armonía con pasillos aéreos que recalan de centro comercial en centro comercial a modo de laberinto para los viandantes, mientras que el suelo le pertenece tan sólo a los vehículos. La tradición y la más apabullante modernidad retan al visitante con una espectacular simbiosis.

Tras conocer Hong Kong en una visita reciente, Nueva York se transformó en mi recuerdo en una enérgica metrópoli con sabor de los siglos XIX y XX, mientras que la Región Administrativa Especial china parece desafiar el siglo XXI

 
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