En el pasado, cuando alguien llegaba a Beijing por primera vez, invariablemente se arreglaba un tiempo para ir a una función de la ópera de Beijing, y así experimentar la vida de los beijineses en medio de la música, el canto y la danza. Hoy cuando uno va a una función de la ópera de Beijing, acostumbra decir "voy a ver ópera", pero en los viejos días el beijinés decía "voy a escuchar ópera". Por cierto, el cambio de una palabra conlleva gran diferencia. La ópera de Beijing pone énfasis en la melodía y la métrica, y su actuación está estilizada. Anteriormente, un aficionado típico era uno que disfrutaba y se embelesaba escuchando con los ojos cerrados.
Desde los emperadores Qian Long y Jia Qing (trono de 1796 a 1820) de la dinastía Qing, los teatros con patios de té medraron en Beijing. A la sazón, esta urbe se dividía en la ciudad interior y la ciudad exterior, ambas circundadas de muros altos, mientras en la ciudad interior estaba la ciudad imperial y dentro de ésta la Ciudad Prohibida, configurándose así la distribución de Beijing, "con un círculo mayor fuera y uno menor dentro y otro amarillo más pequeño dentro de éste". Durante largo tiempo, la ciudad interior estaba desarrollada y la exterior pobre. Se prohibía construir patios de ópera en la ciudad interior porque se creía que esto dañaría la moral. La puerta sur de la ciudad, asentada en la línea axial de los palacios imperiales y de cara al sur, era la más elevada y majestuosa, con el nombre de Zhengyangmen (Puerta del Sol), llamada Qianmen (Puerta Delantera) por el pueblo. Al sur de Qianmen estaban aglomerados los negocios, de modo que aquí se multiplicaron con rapidez los patios de ópera.
Los patios de ópera eran locales de la ópera de Beijing, diferentes de los teatros actuales de estilo occidental donde se presentan la ópera de Beijing y las demás artes escénicas. Estos patios, con instalaciones pobres, tenían cada cual un escenario cuadrado, uyos tres lados rebasaban los telones laterales, y que se extendía hasta donde estaban los asientos de espectador. El nombre original del patio de ópera era "patio de té".
En el comienzo la gente acudía a los patios de té para escuchar ópera. No se cobraba al cliente por la función sino por el té, y el cliente venía a disfrutar esta bebida y conversar con amigos para matar el tedio, y ver espectáculo era solamente "cosa de pasada". En la segunda mitad del siglo XIX, conforme florecía la ópera de Beijing, los patios de té en esta ciudad aumentaron en gran número, y los grupos de ópera diferentes daban funciones en locales también diferentes. De costumbre, un espectáculo duraba 10-12 horas, pero no había función de noche. El pago de té no se calculaba por cuántas funciones eran, sino por el asiento. Aparte del té, se ofrecían tentempiés con pago, tales como maní con sal paleado a fuego bajo y semillas de melón o calabaza. No se cobraba al cliente a su entraba en el patio, sino cuando empezaba la penúltima pieza de la función, conocida como "pieza aplastante". "Tirar toallas de mano calientes" era una técnica maravillosa en los patios de ópera. Cuando un mesero lanzaba una toalla a un espectador que estaba lejos, gritaba "¡Venga su toalla!", y lo hacía con precisión. El mesero cobraba propina en cualquier momento, mas no le interesaba que se le diera mucho o poco. No es hasta alrededor de 1905 que el cobro del té en los patios de ópera con té se cambió por el billete de teatro.
Los patios de ópera diferían mucho de los teatros modernos. Construidos frente a las calles, tenían delante de la entrada un arco de madera con una puerta, en cuyo dintel estaba inscrito el nombre del patio. En los cuatro rincones del escenario había pilares de madera, y en los dos delanteros se leía un par de dísticos (dos versos de igual número de caracteres monosílabos con simetría de contenido, en elogio de los actores). El escenario estaba resguardado delante por los balaustres finamente tallados, que en sus topes tenían flores de loto o cachorros de león esculpidos en madera, al tiempo que por encima del escenario colgaban de cabeza abajo cercas talladas en simetría con los balaustres inferiores. El escenario del patio de ópera no era grande, y al comienzo consistía en un entarimado de madera. Después, se introdujo la alfombra, así que Cuando el artista daba volteretas no corría el riesgo de lesión. Delante del escenario colgaba una cortina de puerta, con una planta o pájaro bordado en conformidad con el estilo de arte del actor principal. Al ver el motivo bordado, el espectador se daba cuenta de quién iba a salir a las tablas.
Frente y abajo del escenario estaba el suelo, muy sucio y polvoriento. Más tarde se lo pavimentó con ladrillos, y por último con comento. Los muebles en el patio eran gastados de uso. Originalmente había muchas mesas de madera, con taburetes altos a ambos lados, en los cuales se sentaban los espectadores. Esta distribución de muebles facilitaba la plática y la ingestión de refrigerios, mas no convenía para escuchar ópera. Después, se colocaron mesas largas y bancos también largos, en sentido perpendicular con el escenario, así que los espectadores sentados disfrutaban la función con el cuerpo ladeado. En los corredores laterales del patio había bancos largos distribuidos en sentido transversal para los espectadores sueltos. Después de 1914, los asientos se cambiaron por filas de bancos largos dispuestos en sentido transversal, cuyos respaldos estaban unidos con tablas clavadas y enmarcadas, en las que se podían poner tazas de té. Mientras tanto, los hombres y las mujeres se sentaban separados, y esta práctica duró por lo menos hasta 1919, por ejemplo, en el Patio de Ópera Guanghe. En este lugar las mujeres se quedaban en la primera planta y los hombres en la planta baja, pero no se vendían boletos de día a las mujeres. Sólo en 1931, los espectadores de ambos sexos comenzaron a sentarse juntos.
En el periodo de apogeo incipiente de los patios de ópera no existía prensa en China, y tampoco había anuncios ni carteles. A guisa de anuncio se ponían algunas cosas de guardarropía en la entrada, por las cuales el espectador podía saber qué pieza se iba a dar. Por ejemplo, para El Pabellón del Sol se colocaban un taburete de piedra y un candado grande de piedra también, y para El leopardo unos címbalos grandes. Si se exhibía una lanza supergrande, el arma especial de Gao Chong, que es el héroe en El desbarate de carros de choque, significaba que se daría esta pieza con arte marcial; y si había armas diversas e imbricadas, se aludía a que quizá se ofreciera esa noche El alboroto en los cielos como la última pieza y de gran peso, y a que las amias puestas eran las que usarían las tropas de la corte celestial para someter a Sun Wukong. La sinopsis de cada día era de impresión xilográfica en hojas de papel amarillo y se vendía barato; más tarde, era de impresión litográfica y salía en hojas de papel rosado. La impresión tipográfica no apareció antes de los años 1920.
La ópera de Beijing tiene mucho que ver con el área de Qianmen, que es la cuna de la cultura folclórica de la capital china. En e l periodo de nacimiento y desarrollo decisivo de esta ópera, en Qianmen estaban aglomerados los restaurantes, las tiendas y los centros de recreación de Beijing. Justamente es aquí donde empezó a "despegar" la ópera de Beijing. En el área no solamente estaban los patios de esta ópera y vivían sus artistas, sino que también estaban sus fanáticos empedernidos. Durante más de cincuenta años, desde principios del siglo XX hasta 1957, estuvieron en Tianqiao, al sur de Qianmen, 500-600 artistas folclóricos dedicados a la ópera de Beijing, la ópera Pingju, las baladas y narraciones, el arte marcial y la acrobacia. Muchos de ellos habían aprendido de sendos maestros y poseían técnicas especiales y maravillosas. En esa época Tianqiao era un área urbana concurrida, con diversas ramas de actividad prósperas y una población numerosa.
En el siglo XX, los patios de ópera empezaron a llamarse teatros, casas de teatro o casas de ópera. Aparecieron teatros de tipo nuevo, que copiaban la arquitectura de los teatros occidentales, y sus escenarios también eran de estilo occidental. Aunque los patios de ópera tradicionales eran inferiores en capacidad a los teatros de estilo occidental, los espectadores podían escuchar en vivo el canto y la música, no a través de un amplificador como ahora.
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