
¿Creen que la vida de jubilado es tranquila, relajada y ... un poco aburrida? Hoy les traemos una excepción.
Estamos en una sala de unos ochenta metros cuadrados en la que hay más de una veintena de personas, en su mayor parte gente de edad avanzada. Sobre las mesas vemos papeles, pinceles, tinta, colores... De las paredes cuelgan pinturas y caligrafías de una calidad sorprendente, teniendo en cuenta que sus autores empezaron a cultivar estas artes hace solo tres años.
"Al pintar, me siento rejuvenecida. Desde pequeña quise aprender pintura, pero no he tenido la oportunidad hasta después de jubilarme. Por fin he podido hacer realidad mi sueño".
Eso fue lo que nos dijo la señora Guo, dejando por un momento el fino retrato que estaba haciendo y que representa a una bella muchacha ataviada con el vestido tradicional chino. Hace año y medio, esta mujer de 77 años se inscribió en un curso de pintura clásica y caligrafía china. Sus compañeros son todos vecinos jubilados de Lugu y otros barrios de los alrededores. Este es uno de los doce grupos de actividades culturales y deportivas que el comité de vecinos del barrio de Lugu ha organizado para sus habitantes de la tercera edad.

Zhang Changling, director del comité de vecinos, nos dijo:
"Nuestro comité ha organizado diversas actividades culturales y deportivas, y ha formado un total de doce grupos, incluidos el coro y los grupos de tejido, pintura y caligrafía, danza y taiji con pelota. Los integrantes de estos grupos son sobre todo vecinos jubilados que se incorporan a ellos con el fin de que su nueva vida resulte tan o más estimulante y divertida que la que llevaban cuando trabajaban".
Fundado en agosto del 2003, el grupo de pintura y caligrafía cuenta ya con unos treinta miembros. El mayor es una señora de 84 años; y el más joven, un hombre de cincuentaitantos. Li Xiufeng, una señora de 65 años, nos comentó:

"Ya soy mayor, pero mi salud todavía me permite tomar parte en este tipo de actividades. Además, aquí todo está organizado muy bien y de manera muy regular. Eso te anima a seguir".
Como es bien sabido, tanto la pintura como la caligrafía china son habilidades que requieren un largo periodo de aprendizaje. Sin embargo, entre estos ancianos "alumnos" son muy pocos los que poseen una formación previa. La tía Li, como todo el mundo la llama cariñosamente, es una de los miembros fundadores del grupo. Antes de jubilarse era directora de un jardín infantil. La señora Li confiesa que, a sus 68 años, empezar los estudios en un campo completamente nuevo no fue una tarea fácil:
"A veces me sentía incapaz de continuar, sobre cuando veía lo bien que pintaban los demás. Pero el profesor me animó diciéndome que debía ser más paciente y empezar por lo más sencillo. Por ejemplo, cuando nos enseñaba a dibujar un árbol, nos aconsejó que empezáramos por el tronco y siguiéramos por las ramas. También nos recomendó practicar unas semanas antes de intentar dibujar las hojas, la parte más difícil. De esta manera, poco a poco hemos ido dominando técnicas básicas".
Como es natural, los progresos en el aprendizaje son inseparables de la paciencia, el tiempo y el tesón de los profesores, entre los que hay artistas ya consagrados, así como pintores aficionados que se han "graduado" en cursos semejantes impartidos en otros lugares.

"Todos nuestros profesores son voluntarios que nos dan clase en su tiempo libre y no nos cobran nada. Las clases también son gratuitas. Los alumnos sólo tenemos que pagar una suma simbólica para comprar papel, tinta, colores y otros materiales".
Wang Jingyan, miembro fundadora y actual jefa del grupo, señala que, aparte de brindar la posibilidad de cultivar una destreza o un pasatiempo, el curso ofrece a los participantes un lugar donde pueden pasar un rato juntos, quizás el mejor remedio para ¨curar¨ la soledad y el vacío, sensaciones que suelen adueñarse de la vida de los jubilados:
"Es posible que a los pintores profesionales nuestros trabajos les parezcan un bodrio. Pero para nosotros lo más importante es participar, compartir y mostrar lo mejor que llevamos dentro. Por eso nos sentimos tan felices de poder dedicarnos a la pintura".
A los ojos de los expertos, sus obras quizá no alcanzan un elevado valor artístico. Sin embargo, el nivel al que estas personas ya mayores llegan como aficionados no deja de ser admirable. Prueba de ello son los galardones que han obtenido en diversos concursos no profesionales.
"El año pasado participamos en dos concursos y en ambos ganamos premios, incluido un primer premio. Este año, cuatro de las siete obras con las que el barrio de Lugu acude a un concurso son nuestras. Pero el verdadero sentido de estas competiciones artísticas no radica en los premios, sino en los intercambios y lo que aprendemos unos de otros. Me parecen una buena manera de mostrar el valor de uno mismo".
Mención aparte merece Yan Guizhi, funcionaria jubilada de 62 años ganadora del primer premio en varios concursos, incluido el Concurso de Pintura para Aficionados 2006, convocado por el gobierno municipal:
"Antes de jubilarme, trabajaba en la administración del gobierno distrital. Tenía interés en aprender pintura, pero no me daba tiempo. Ahora, gracias a los esfuerzos del Comité de Vecinos y de los voluntarios, tengo esta oportunidad. Es algo que valoro mucho, puesto que este tipo de actividades culturales enriquecen la vida de los jubilados. Además, nos ofrecen un lugar para encontrarnos y comunicarnos".
La señora Liu, que acaba de incorporarse al grupo, comparte esta opinión:
"Todos somos jubilados y, como tales, apreciamos mucho las oportunidades de reunirnos, charlar, aprender cosas nuevas e intercambiar información. La pintura nos hace sentir más jóvenes y beneficia nuestra salud, ya que es un buen ejercicio no sólo físico, sino también mental".

El señor Feng era conductor de autobús, trabajo que se vio obligado a abandonar debido a la artritis. Esta enfermedad no le permite realizar casi ninguna actividad deportiva, pero no le impide practicar la pintura y la caligrafía, con lo que de paso hace el ejercicio que necesita.
"A mi edad, uno tiene que hacer más ejercicio físico. La pintura es justamente un ejercicio excelente, no sólo para el cuerpo, sino también para la vista y el cerebro".
A pesar de las molestias que siente en sus piernas, todos los lunes por la tarde el señor Feng recorre las tres cuadras que le separan del Barrio de Lugu y llega puntualmente a su aula del tercer piso. Amante de la caligrafía desde la niñez, cuando supo de la existencia del grupo, no se lo pensó dos veces y se inscribió. De hecho, el señor Feng es el primer participante en el curso que no vive en el Barrio de Lugu.
"Nuestras puertas están siempre abiertas. En muchas comunidades hay grupos como los nuestros, pero no todos quieren aceptar a personas de fuera. Aquí, en cambio, todo aquel que desee aprender con nosotros es bienvenido y goza de las mismas facilidades".
La abuela Xu, con sus 84 años, es la alumna de mayor edad. Aprender, disfrutar y rendir son las palabras que utiliza para definir el significado del grupo para los jubilados:
"Al principio, pensábamos que los cursos eran una manera de reunirnos y pasarlo bien. Luego, nos fuimos dando cuenta de que, a pesar de nuestra edad, aún somos capaces de aprender y manejar cosas nuevas. Al mismo tiempo, mediante nuestra participación en diversas actividades comprendemos que, si bien ya estamos jubilados, podemos seguir contribuyendo de alguna manera a mejorar la sociedad".
"Cuando se produce una inundación u otra catástrofe, o si hay personas que, como los pobres y los minusválidos, necesitan ayuda, ¿qué podemos hacer nosotros? Algo podemos hacer. Por ejemplo, nuestro grupo siempre toma parte de forma muy activa en las ventas benéficas que todos los años organiza el vecindario. Con el dinero recaudado este año, en nuestro barrio se abrirá una tienda gestionada por minusválidos. En este tipo de actividades lo más importante no es la destreza o si se pinta más o menos bien, sino la generosidad y la caridad".
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