En la tradición de los Dong, servir el té a los huéspedes no sólo es un rito que pertenece a las formalidades que hay que cumplir sino que también contribuye al intercambio entre los clanes y pueblos. Otra función consiste en el enlace entre los jóvenes. El día 15 de cada mes lunar, los muchachos van a la casa de las chicas y cantan juntos en forma de diálogo. Entonces ellas les ofrecen el té típico de los Dong, que es la señal que marca el comienzo de su amistad o noviazgo.
Casi todos los juegos y diversiones están orientados a entablar vínculos entre los jóvenes. Así, al hablar de las tradiciones relacionadas con el noviazgo y la boda, el canto es indispensable. Si la familia cuenta con suficientes habitaciones, debe dedicar una a las hijas solteras. Los Dong la llaman Yue Tang y es allí donde los jóvenes hablan y cantan. Si no hay la posibilidad de darles una habitación especial, entonces se les da el ámbito donde se halla el fogón o el pasillo del pórtico. Allí las hijas atienden a sus amigos.
Al caer la noche y si el tiempo es bueno, el muchacho atrae a la muchacha con cancion es sentimentales. Ella, por su parte, sólo le permite entrar en el Yue Tang cuando él haya cantado para ella más de una docena de canciones y le haya prometido muchas cosas. Al estar en el Yue Tang, el chico canta para pedir permiso para sentarse y tomar agua. Entonces, la chica le sirve agua. Más tarde los dos entran a cantar en forma dialogada. Cuando ésta forma de intercambio de sentimientos llega a su punto, la muchacha puede ofrecerle el té especial de los Dong en vez de agua, mientras que el joven le regala azúcar moreno con que prepara la sopa. Llegado a este punto, no se puede cerrar la puerta cuando cantan. Si a la chica la cae bien el joven, los dos acordarán reunirse en una fecha próima. Luego de varias reuniones, cuando los dos han llegado a conocerse bien en todos los aspectos, intercambian prendas de crédito. Es en este momento en que todas las condiciones están dadas para la formal mediación de la casamentera.
En cuanto a la boda, se lleva a cabo de acuerdo con una ceremonia legada por la tradición de la comunidad matriarcal. La novia debe ir a pie, con un paraguas, a la casa del novio, donde pasa la prim era noche. Al amanecer, se levanta y, sin asearse aún, se apresura a volver a su propia casa. Cuando llega, se lava y se peina. Tras algunos días, la familia del marido envía a una pariente, en calidad de dama de honor de la novia, a recibir a la recien casada. Esta vez la mujer se queda dos días. Y al tercer día por la mañana, regresa sola a casa, bien arreglada. Luego de unos diez días, la familia del marido sale a su encuentro en un día auspicioso. Sólo entonces la recien casada puede vivir para siempre en la casa de su marido. Esta es la costumbre conocida como "los tres regresos a casa", tradición que no sólo simboliza el recuerdo de la época previa al contacto con el marido, sino que también es un reflejo del respeto a la madre.
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