Los más de 368.000 habitantes, que componen actualmente la etnia she, se distribuyen fundamentalmente en las provincias de Fujian y Zhejiang, y una parte se dispersa en zonas montañosas y semimontañosas de las provincias de Jiangxi, Guang-dong y Anhui. Conservan vestigios propios del sistema de clanes tales como el culto al tótem, la casa de colocación de las tablas de los antepasados, la organización de clan y el consejo de ancianos.
Se dedican principalmente a la agricultura. No tienen lengua ni escritura propias, hablan y usan la escritura han. Son muy aficionados al canto que practican tanto en las fiestas como en los días comunes para exteriorizar sus ideas y sentimientos.
Los she prefieren no casarse entre los del mismo apellido, pero como en la etnia sólo hay cuatro apellidos ?Pan, Lan, Lei y Zhong y viven de manera dispersa, pueden casarse entre sí los del mismo apellido que no pertenezcan y que no estén emparentados en recientes generaciones. Las jóvenes she sólo pueden contraer matrimonio con hombres de otras etnias si éstas se casan en calidad de yernos adoptivos y cambian su apellido por el de ellas.
Los she eran prácticamente monógamos, y por regla general la mujer una vez casada vivía en la casa de su marido y los hijos solían llevar apellido del padre. La mujer ocupaba una posición relativamente importante en el seno de la familia pues gozaban de los mismos derechos y obligaciones en lo referente a las faenas productivas, la administración de la economía familiar, la protección de los padres ancianos, el cuidado de los niños y la participación en las actividades sociales. Tenía, además, derecho de heredar la propiedad de la familia y al enviudar podía ser transferida a uno de sus cuñados, casarse con otro hombre o tomar un marido en forma adoptiva.
Los jóvenes de ambos sexos mantenían contactos prematrimoniales y tenían oportunidades de enamorarse en el trabajo, el contrapunteo, las reuniones y las visitas entre los parientes. Los regalos que intercambiaban los enamorados eran tan sencillos como una faja o un pañuelo. Cuando dos jóvenes se enamoraban tenían que pedir a sus padres y a la casamentera que les ayudaran a formalizar su relación.
Nominalmente los padres controlaban el poder de decidir matrimonios de sus hijos, sin embargo en realidad no ejercían ninguna intervención. No practicaban el aborto ni el infanticidio, y trataban a los hijos naturales de igual manera que a los legítimos. Estos niños podían vivir con sus abuelos maternos o con su madre en la casa del nuevo marido, gozando en el último caso del derecho a heredar la propiedad de la familia.
Además de la forma matrimonial ordinaria, o sea, el esta-bleciamiento de la mujer en la casa del marido, practicaban otras cuatro:
1. Era común la adopción de niña-nuera o niño-yerno. Debido a la pobreza e n que vivían los she, era común que los padres no estuvieran en condiciones de pagar los cuantiosos regalos de compromiso matrimonial. Entonces adoptaban niños han para que cuando crecieran se casaran con sus hijos. Cuando los dos niños cumplían 17 ó 18 años, se preparaba con motivo del día de Año Nuevo, un banquete para agasajar a los tíos de la persona adoptada, y declarar oficialmente el casamiento del hijo o hija. La edad nubil mínima podía oscilar entre los 13 y los 14 años y la máxima entre los 21 y los 22.
Las niñas-nuera mantenían contactos con sus padres en los días de fiesta.
2. Las condiciones matrimoniales eran iguales para las mujeres y los hombres si actuaban en calidad de contrayentes prohijados. Si el marido era recogido por la parte de la mujer, la familia de ella debía pagar a la familia del marido los regalos de compromiso además de efectivos en forma de pensión. El marido adoptivo tenía los mismos derechos y obligaciones que su muj er, pero no podía proteger económicamente a sus padres propios.
3. Cuando los cónyuges eran hijos únicos, tenían el derecho de heredar la propiedad de ambas familias, la obligación de cuidar a sus padres y cultivar las tierras de ambas familias, y debían vivir un tiempo con la familia del uno, y otro tiempo con la familia del otro.
4. Cuando en una familia no había hijos varones adoptaba un yerno de alguna otra etnia para continuar el linaje. El marido casado de esta manera tenía que cambiar su apellido por el de su mujer, tomar la she como lengua materna y respetar las costumbres y hábitos de la etnia.
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