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Principios matrimoniales y costumbres matrimoniales de la etnia de Manchú
2006-11-21 14:53:33   CRI
Principios matrimoniales

Los manchúes tenían por principio no casarse entre los del mismo apellido. Los integrantes de las ocho banderas no sólo comprendían a los manchúes, sino que también incluían a los mongoles y a los han*. Todos ellos, tanto funcionarios como ciudadanos comunes, podían casarse entre sí, y en la mayoría de los casos los hombres manchúes se casaban con las mujeres mongolas y han. Las costumbres en Jilin, Liaoning, Hebei y Beijing era distintas a las de la provincia de Heilongjiang; fundamentalmente se casaban entre sí los miembros de todas las etnias allí residentes, con excepción de la nacionalidad han. Posteriormente aparecieron matrimonios con esta última. En un principio no se daba importancia a la posición o a la capacidad económica. Después, bajo la influencia de las cos¬tumbres de los han, los machües empezaron a poner atención a dichos factores.

Según un documento histórico, cuando los manchúes se llamaban nüzhen, a medianos del siglo XV, a los diez años de edad las mujeres tenían establecido el noviazgo y se casaban a los diecisiete o dieciocho años. Fundada la dinastía Qing, se estipuló claramente que los funcionarios no se podían casar antes de los dieciséis años con una chica menor de catorce. Algunos clanes también establecían que el casamiento no podía ser antes de cierta edad. Estadísticas recopiladas señalan que hasta 1949, año de la fundación de la Nueva China, los manchúes se casaban después de haber cumplido los dieciséis años. Actualmente, con la puesta en práctica de la nueva Ley Matrimonial, los hombres pueden casarse a los veintidós años y las mujeres a los veinte.

Costumbres matrimoniales

Los manchúes seguían siempre estrictos compromisos matri¬moniales. Durante la dinastía jiin( 1115-1234), establecían re¬laciones matrimoniales antes de nacer y se casaban cuando se hacían mayores, independientemente de si había diferencias de riquezas entre las dos partes. En la dinastía Qing, aún los príncipes obedecían estas reglas y se casaban bajo los auspicios de los ministros. Tanto para los funcionarios como para la gente sencilla, los novios debían pertenecer a las banderas y tenían que recurrir a las casamenteras o parientas ancianas. Originalmente, los padres no tenían la última palabra sobre el matrimonio de sus hijos, porque la decisión la tomaban los patriarcas de los clanes interesados. Si éstos no estaban de acuerdo, el noviazgo no podía existir.

Después de fundada la dinastía Qing, el hombre tomaba la iniciativa de pedir la mano a la mujer, los padres hacían todos -los esfuerzos que estaban a su alcance para seleccionar buenas novias para sus hijos, y una vez seleccionadas, pedían a la casamentera que consiguiera el sí de los padres de la novia. Si éstos estaban de acuerdo con el noviazgo, ambas familias intercambiaban sendos sobres de felicidad que llevaban escri¬tos los detalles sobre el bisabuelo, el abuelo y el padre del contrayente. Estos detalles comprendían la fecha del nacimien¬to o de la muerte, las hazañas realizadas, la profesión y domicilio, así como los servicios meritorio y el signo personal. Estos detalles podían ser representados con ocho caracteres chinos*. Si los "ocho caracteres" de ambas partes no chocaban entre sí, se consideraba pactado el noviazgo. Después, un miembro de la familia del novio ?generalmente la madre? tenía que ir a ver personalmente a la novia. La fecha y el lugar los decidía la familia de la novia y los transmitía a la familia del novio por medio de la casamentera. La novia desconocía el plan, y la visita podía ocurrir cuando su madre la acompañaba a pasear o en la casa de algún pariente. Mientras tanto los miembros de la familia del novio la miraban desde algún escondite para decidir si la aceptaban. Si consentían, había que seleccionar un buen día para que los padres del novio y la casamentera ofrecieran regalos a la familia de la prometida. Sólo hasta entonces ésta sabía con quién iba a casarse. Durante la comida que la familia de la novia tenía que preparar a los huéspedes, la novia se ofrecía para encenderles el tabaco y ellos tañían que darle dinero en efectivo. Los regalos solían ser monederos bordados, joyas, telas, así como licor, frutas, cerea¬les y carne. Debían ser presentados en pares e incluir necesa¬riamente objetos de oro y plata. Hoy los manchúes que viven en el campo ya no regalan joyas ni telas, pero las sustituyen por relojes, anillos, o dinero en efectivo.

Un mes antes de la boda la familia del novio escogía un día que creía apropiado para enviar regalos de compromiso a la casa de la novia, que incluía, en la dinastía Jin, caballos cuyo número podía alcanzar cien en el caso de los ricos. En la dinastía Ming se regalaban corazas, cascos, arcos, flechas, ganado ovino y caballar, vestidos, y aún sirvientas. En la dinastía Qing se estipulaba que los funcionarios prepararan sus regalos según las categorías a que pertenecían, mientras que los soldados rasos y la gente común regalaban dos ovejas o cerdos, cinco botellas de licor y un número indeterminado de gallinas, patos o gansos. Para la "gran ceremonia", había que buscar una mujer que tuviera hijos de ambos sexos, mujer considerada "de buena suerte y mucha felicidad", para confeccionar el traje a la novia.

 
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