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La protección medioambiental en la consrucción de la línea férrea Qinghai-Tibet
2006-06-27 16:54:12   CRI

La línea férrea Qinghai-Tíbet, de 1956 kilometros de longitud, está a punto de entrar en servicio. Como es natural, la construcción de esta ambiciosa infraestructura que comunica por tren el llamado "techo del mundo" con el exterior ha despertado mucho interés, sobre todo por lo que se refiere a su impacto sobre el medio ambiente.

A más de 400 kilómetros al norte Lhasa, capital de la región autónoma del Tíbet, se extiende el Cuona, un lago cristalino de más de 300 kilómetros cuadrados en el que tienen su hábitat cisnes y antílopes.

Dado que este hermoso lago se encuentra relativamente cerca del ferrocarril Qinghai-Tíbet, es lógico preguntarse qué medidas se han adoptado para protegerlo. Señalando un muro bajo de más de veinte kilómetros de longitud levantado con más de cien mil sacos de arena, Yan Peizun, responsable del tendido de un tramo, comentó:

"Hemos utilizado estos sacos de arena para levantar un muro o red de separación y poder así garantizar la limpieza del lago".

Como explicó Yan Peizun, el lago Cuona constituye una típica región lacustre situada en una meseta que se eleva a más de 4600 metros sobre el nivel del mar. Debido a lo extremo de las condiciones, en especial, las bajas temperaturas y la corta duración de la estación de crecimiento, el equilibrio ecológico de esta zona es muy frágil, tanto es así que en el caso de que su vegetación se deteriorase, resultaría muy dificil restablecerla a su estado originario. A fin de evitar el deterioro de la vegetación, antes de extender el balasto se trasladó la hierba para conservarla y una vez terminada esta operación volvió a plantarse, procedimiento con el que el impacto medioambiental de las obras se redujo al mínimo.

El permafrost o suelo permanentemente helado ha sido la mayor dificultad que ha tenido que superarse en el tendido de la línea Qinhai-Tíbet. Con el objetivo de preservar esta parte del entorno natural, los constructores, siguiendo las indicaciones del proyecto, determinaron estrictamente los puntos donde podían extraerse y depositarse tierras, y prohibieron terminantemente perjudicar la superficie del suelo. Entre el balasto y el permafrost se extendieron grandes cantidades de grava y bloques de piedra, para no infligir daños en la capa de suelo permanentemente helado. Si el permafrost no se descongela, la tensión será suficiente para mantener la estabilidad del balasto y el puente.

En la construcción del ferrocarril Qinhai-Tíbet se ha prestado atención no sólo a la preservación de los paisajes y la vegetación, sino también a la de la fauna. Decididos a proteger las valiosas especies animales que viven en estos contornos, los proyectistas distribuyeron más de treinta pasos especiales para ellos a lo largo del trazado de la línea. Durante el tendido de la vía, todos los años, los constructores interrumpieron su trabajo entre junio y agosto para que los animales pudieran migrar sin problemas, lo que ocasionaba unas pérdidas diarias superiores a un millón de yuanes. Cao Yuxin, ingeniero general de obras de Kekexilim, nos relataba así la salvación de un pequeño antílope:

"A mediados de junio del 2002 pasaron por aquí grandes manadas de antílopes. Aunque esa era la mejor época para trabajar, suspendimos los trabajos durante diez días. Una vez terminada la migración, encontramos a un pequeño antílope con una pierna rota. Lo llevamos al cuartel general y después de lavarlo con agua caliente y darle leche de oveja, le vendamos la pierna herida. Cuando se restableció, lo trasladaron oportunamente a un centro de protección".

Gracias a la atención puesta en el diseño así como a la adopción de estrictas medidas medioambientales, se ha logrado proteger en gran medida el hábitat de los animales salvajes que viven a lo largo de la nueva línea férrea. Buena prueba de ello es que en los últimos años se ha producido un aumento de la población de antílopes y asnos salvajes.

Pero la preservación del entorno no se limita a la protección de los paisajes, la vegetación y la fauna. En efecto, cada vez que se terminaba de construir un tramo, se procedía a eliminar las instalaciones utilizadas por los trabajadores para devolver al entorno su fisonomía original. Así nos lo explicaba Fang Weixun, gerente encargado del tendido de puentes:

"Antes de utilizar los lugares de construcción, teníamos que presentar una solicitud a los departamentos locales de protección medioambiental. Y antes de levantar instalaciones provisionales, había que tomar fotos del lugar. Cuando se terminaban las obras, destruíamos totalmente las instalaciones y guiándonos por las fotos dejábamos el lugar como lo habíamos encontrado".

En el tendido de la línea Qinghai-Tíbet se han destinado 1400 millones de yuanes a los trabajos de protección medioambiental, cifra que representa el presupuesto más alto asignado a este fin a lo largo de la historia de los ferrocarriles chinos.

 
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