Hace unos días, una delegación encabezada por Jack Howard, capitán del equipo estadounidense de tenis de mesa que en 1971 visitó China por primera vez, se desplazó a nuestro país con motivo del 35 aniversario de la "diplomacia del ping-pong". En nuestro espacio deportivo de hoy, seguiremos a los veteranos jugadores de EE.UU. y recordaremos aquel momento histórico - en plena guerra fría - en que estas dos grandes naciones dieron los primeros pasos hacia la normalización de sus relaciones.
Entre los 25 miembros de la mencionada delegación figuraban seis de los siete tenismesistas estadounidenses que en 1971 realizaron una histórica visita a China. El único ausente fue Glenn Cowan, jugador considerado clave en el desarrollo de las relaciones sino-estadounidenses que falleció en el 2004.
Todo empezó en la ciudad japonesa de Nagoya durante la disputa del XXXI Campeonato Mundial de Tenis de Mesa. Un buen día, al salir del gimnasio de entrenamiento, Cowan subió por equivocación al autobús del equipo chino. Al ver a aquel chico con aspecto de hippy que llevaba una graciosa gorra, todo el mundo se puso a reír cordialmente. Entonces, de improviso, un joven jugador chino llamado Zhuang Zedong se le acercó y le regaló un brocado chino. Así fue como nació una relación de amistad entre los jóvenes de ambos países. Poco después, los deportistas estadounidenses expresaron su deseo de visitar China.
Pasados unos días, la delegación china, a través de Cowan, extendió una invitación autorizada por el propio presidente Mao Zedong para que los jugadores estadounidenses disputaran un torneo amistoso con los chinos en nuestro país. Tras dos décadas de enconada enemistad entre EE.UU. y China, con una mezcla de entusiasmo, nerviosismo, esperanza, perplejidad e inquietud, siete jugadores y tres periodistas estadounidenses aceptaron la invitación, hecho que tendría consecuencias históricas, puesto que fue la llave que abrió las relaciones diplomáticas entre ambos países.
"En todo el mundo se oye el peloteo", afirmaba un titular de la revista Time refiriéndose a este primer paso hacia el fin de la hostilidad y el restablecimiento de las relaciones diplomáticas. En China, el acontecimiento pasó a la historia como "una pelota cambia el rumbo del globo".
Aquel abril de 1971, los telespectadores estadounidenses siguieron atentamente la actuación de sus compatriotas en el lejano país oriental. En el terreno deportivo, los pimponistas estadounidense sufrieron contundentes derrotas. Pero fueron recibidos muy cordialmente y hasta se tomaron fotos bajo una consigna que decía: "Todos los pueblos del mundo unidos contra el imperialismo estadounidense". "No podía ni ver la pelota", confesó bromeando el capitán Jack Howard, de 72 años, al recordar la paliza que hace 35 le propinó el jugador chino Li Furong. De todas maneras, los estadounidenses se dieron cuenta de que sus anfitriones trataban de evitar humillarlos en la cancha.
La mayor sorpresa se produjo en el terreno diplomático, ya que el 14 de abril, el primer ministro Zhou Enlai recibió a los jugadores estadounidenses en el Gran Palacio del Pueblo. Ese mismo día, EE.UU. anunció el levantamiento del embargo que había impuesto a China veinte años antes.

Durante la recepción, Cowan preguntó a Zhou Enlai qué opinaba de los hippies. El primer ministro chino le contestó: "Todo el mundo tiene derecho a vivir como quiera". Zhou Enlai dijo a los jugadores estadounidenses que, a pesar de no ser diplomáticos, habían abierto "un nuevo capítulo en las relaciones entre los pueblos chino y estadounidense".
Y no le faltaba razón, puesto que en otoño de aquel mismo año, el secretario de Estado, Henry Kissinger, visitó China. Al año siguiente, en febrero de 1972, Richard Nixon hizo lo mismo, convirtiéndose así en el primer presidente estadounidense que ponía los pies en nuestro país.
Transcurridos 35 años, el tenis de mesa chino ha vuelto a dispensar una cálida bienvenida a los veteranos jugadores estadounidenses. En el acto de recibimiento, un grupo de alumnos de primaria les ofrecieron varios regalos con el logotipo de las Olimpiadas de Beijing. Luego, como sucedió hace 35 años, los jugadores estadounidenses y los aficionados locales disputaron varias partidas amistosas.
"Estoy encantado de haber vuelto a China. Todo ha cambiado mucho, pero la amistad entre ambas naciones es la misma de siempre", dijo Jack Howard en Beijing. En el reencuentro de los viejos amigos se produjeron escenas muy emotivas. "Cuando jugábamos a ping-pong éramos unos chicos con pelo negro o rubio; ahora somos unos viejecitos calvos o con canas. Pero creo que podremos volver a jugar unos contra otros, ya que todos parecemos gozar de buena salud", manifestó Xu Yinsheng, presidente de la Federación China de Tenis de Mesa.
Francis, madre de Cowan, recordó con orgullo que su hijo siempre decía que la felicidad de los seres humanos se basa en el amor y la amistad. Cowan ?añadió su madre? se sentía muy satisfecho de haber contribuido a fortalecer el amor y la amistad entre los pueblos estadounidense y chino a través de su deporte favorito.
Sheri Pittman, presidenta de la Federación Estadounidense de Tenis de Mesa, es demasiado joven para recordar lo sucedido hace 35 años. Sin embargo, lo que pasó entonces repercutió mucho en su vida y llegó incluso a marcar decisivamente su carrera. Pittman recordó que cuando jugaba en su club de tenis de mesa, muchos de sus compañeros usaban palas con una bandera china en un lado y una estadounidense en el otro. Esta imagen la convenció de que el deporte puede facilitar la comprensión entre los pueblos y hasta modificar el curso de la historia.
Terminada su estancia en Beijing, los jugadores estadounidenses se desplazaron a Shanghai y Changshu. Allí disputaron varias partidas amistosas ?en las que, como antaño, tuvieron pocas oportunidades de ganar ?, se reencontraron con viejos amigos y trabaron nuevas amistades. En Changshu, plantaron unas cuantas secuoyas, árbol desconocido en nuestro país hasta 1972, año en que Richard Nixon regaló un ejemplar al gobierno chino durante su histórica visita, una visita que en gran parte fue posible gracias a la diplomacia del ping-pong impulsada por Glenn Cowan, Zhuang Zedong y otros muchos deportistas chinos y estadounidenses.
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