La gente al principio no entendía eso de que los extraños quisieran venir a su pueblo a ver cómo vivían y sus costumbres. Además, había que cambiar un poco el pueblo, construir senderos para el transitar de los visitantes, áreas comunes, plazas, y derribar las paredes externas de las casas, para que la gente pudiera ver el interior.
Gracias a eso podemos ver que las construcciones están hechas principalmente de madera, y que la planta alta, que es prácticamente donde vive la familia, está sostenida sobre un sistema de pilotes. La planta baja la usan como taller de alfarería, textiles, fabricación de tambores, y algunas otras de las artesanías que ahí mismo se venden.
Finalmente, en julio de este año, Manzhang comenzó a recibir grupos de turistas interesados en conocer la forma de vida y la cultura de Dai. En Manzhang viven 120 familias, 505 personas en total, dedicados principalmente al cultivo del plátano. Pero desde que comenzaron a recibir turistas, cada vez más personas se interesan por hacer del turismo su forma de vida, y alquilan las tierras para que otros cultiven el plátano.
De lunes a viernes, los pobladores de Manzhang reciben un promedio de 300 visitantes al día, y los fines de semana, ese número se eleva hasta mil. La mayoría son turistas provenientes de Yunnan, luego están los de otras partes de China, y lo que menos tienen son turistas internacionales.
Manzhang cuenta con una plaza muy pintoresca, con puentecillos de madera con barandas de bambú, y un pequeño riachuelo. En esta plaza, la gente ofrece a los visitantes canciones tradicionales y coreografías inspiradas en sus actividades diarias, así como en sus costumbres ancestrales. No hay cantantes o bailarines profesionales, todo lo hacen ellos, los miembros de las 12 familias que viven aquí, y lo hacen con una sonrisa en el rostro.