En el trayecto, con el río Xiangjiang a nuestra izquierda y los hermosos jardines a la derecha, pudimos vislumbrar desde cierta distancia, en la otra costa del río, el establecimiento educativo en el que Mao Zedong estudió en sus tiempos de juventud, la actual Universidad Normal de Hunan. Más adelante, continuando la travesía, una gigantesca figura de piedra del carismático líder se alzaba imponente ante nuestra mirada curiosa.
Ese Mao inmenso, de un cabello hermoso que incluso en su versión rocosa parece flamear ante la brisa de la mañana, está inspirado en la versión del mandatario a sus 32 años. La obra, que fue inaugurada al público en 2009, es un rostro enorme con su vista orientada al sureste, ya que de esa manera el sol da brillo a esos ojos que supieron buscar un camino diferente para el pueblo chino, mientras este sufría la terrible invasión japonesa. Según el punto desde el que se pose el observador, la figura muestra diferentes expresiones, desde la alegría hasta la preocupación.
Se requirieron 8.700 piedras para erguir este homenaje de 83 metros de longitud, que recuerdan los 82 años de vida del líder; 41 metros de espesor, simbolizando sus 41 años de mandato; y 32 metros de altura, que se inspiran en la edad que poseía Mao Zedong al escribir Changsha, el poema que se ilumina en la biósfera de la Isla Naranja.
Antaño estuve aquí con multitud de compañeros míos.
En esos meses densos, en esos años plenos de energía,
éramos estudiantes llenos de juventud,
gallardos, de talento floreciente.
Así continua la prosa escrita por Mao a sus 32 años, en 1925. En sus años de mocedad, el mandatario frecuentaba la isla y nadaba en las aguas del río Xiangjiang. Luego de la práctica natatoria, Mao Zedong descansaba en un árbol que aún se conserva y que tiene en la actualidad 180 años de vida, seguramente debido a las condiciones ideales de un sitio donde la vegetación cubre más del 80% del terreno.