"Enseñar chino está en mexicano"
Crónica del primer connacional con maestría en enseñanza de chino mandarín

Por: Raúl López Parra 10-08-2015

El chino todavía es visto como un idioma nuevo en su aprendizaje y enseñanza, sostiene Edmundo, no obstante que México cuenta con cinco Institutos Confucio, el mayor número de ellos entre las naciones hispanohablantes en Latinoamérica.

2015-08-10 10:34:25 CRI

Por: Raúl López Parra

En el salón de la Facultad de Cultura China de la Universidad Normal de Beijing se respira nerviosismo. Edmundo Borja Navarro ha llegado temprano a su cita para demostrar por qué merece obtener el grado de Maestro en la Enseñanza de Chino como Lengua Extranjera. Han sido dos años de estudios que en realidad son casi ocho si se considera el tiempo desde que inició su aprendizaje y su paso como profesor de esta lengua en México.

Quien alguna vez se ha adentrado al mundo del mandarín sabe que este es uno de los idiomas más difíciles de aprender. Se requiere memoria y paciencia, mucha paciencia.

La primera lección de chino

Para no los iniciados, lo primero que deben saber es que el chino mandarín o putonghua, es el dialecto del norte de China, particularmente el hablado en Beijing, la capital del país.

Tras la fundación de la República Popular China, en 1949, el putonghua se adoptó como el estandar general para toda la nación con el fin de unificar la lengua oficial.

Los registros contabilizan siete dialectos que comparten la misma escritura, entre ellos el cantonés que es hablado al sur de China, primordialmente en Cantón (Guandong) y Hongkong.

Es altamente probable que usted alguna vez haya escuchado a los chinos que atienden su restaurante favorito de comida china hablar cantonés y no mandarín, ello porque un gran número de los migrantes que se han asentado en México provienen del sur de China.

Los estudiantes de mandarín también deben saber que este idioma es una lengua tonal. La construcción de palabras depende de la pronunciación de cuatro tonos (cinco si se cuenta el tono neutral). Si no pronuncia bien cada tono simplemente no le entenderán, entonces sentirá frustración como les pasa a muchos, y este es un factor por el que se desisten de continuar el estudio.

Para unificar la pronunciación, considerando que existen 56 grupos étnicos en China, entre los cuales los Han son más del 90% de la población, China adoptó en 1958 el alfabeto fonético llamado pin yin, que significa unir sonidos y es la transcripción fonética del mandarín al alfabeto latino.

Gracias a que este revolucionario sistema se introdujo en primarias y secundarias, se incrementaron los niveles de alfabetismo en China de 20% en los años 50 del siglo pasado al 95% en la actualidad.

El lingüista Zhou Youguang creador del pinyin, quien nació cuando aún no se inventaba internet, a sus 109 años vive para ser testigo de cómo los jóvenes usan su sistema para escribir los caracteres en sus modernos teléfonos inteligentes y publicar en las redes sociales.

De hecho, Edmundo es un asiduo usuario de la red social Wechat, su equivalente en Occidente es el Whatsapp. Escribe con toda naturalidad sus pensamientos en chino. Él también debió aprender pinyin como todos los chinos y extranjeros que estudian el idioma, ya que no tiene abecedario, sino ideogramas representados en caracteres como este 马,el cual significa caballo. En pinyin se escribe Mǎ.

Debido al crecimiento económico de China y su influencia creciente en los asuntos internacionales, y a que este país es nuestro segundo socio comercial, la demanda en México por estudiar chino se ha incrementado considerablemente. En cinco años la matrícula en los Institutos Confucios creció 700%, pero la deserción es del 70% o más.

El chino todavía es visto como un idioma nuevo en su aprendizaje y enseñanza, sostiene Edmundo, no obstante que México cuenta con cinco Institutos Confucio, el mayor número de ellos entre las naciones hispanohablantes en Latinoamérica.

"La gente estudia pero no le dedica el tiempo suficiente. No es como italiano o portugués, que son relativamente sencillos para nosotros, al chino hay que dedicarle todo el tiempo. Es un idioma tonal y el español no lo es. Escribir también es difícil. No es un sistfema de letras, sino de caracteres y hay más de 50 mil. Los estudios refieren que la gente debe conocer un promedio de 3 mil caracteres para leer sin problemas el periódico, sin embargo, considero que falta especificar cuáles son las palabras de esos 3 mil caracteres, ya que son diferentes tanto en su uso escrito como en el habla cotidiana", explica.

Por ello, él prefiere medir el dominio del idioma en palabras y no en caracteres. Su cálculo es que para entablar una comunicación cotidiana sin problemas se requiere conocer alrededor de 4 mil palabras, las cuales pueden ser entre 5 mil y 6 mil caracteres. Se estima que un chino culto puede dominar hasta 8 mil caracteres.

"Por ejemplo, la palabra Hola está formada por dos caracteres: Ni Hao (你好)", refiere con todo conocimiento Edmundo, porque una cosa es hablar, otra leer y escribir chino, y una no menos difícil es enseñarlo.

Él fue profesor en el Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras (CELE) y el Instituto Confucio de la UNAM por cuatro y tres años, respectivamente. Después obtuvo la beca para la maestría que ofrece Hanban, organismo que depende del Ministerio de Educación de China y tiene el fin de promover el idioma mandarín alrededor del mundo.

En el Instituto Confucio de la UNAM le ofrecieron que estudiara en una universidad donde se encuentran más extranjeros y también se imparten asignaturas en inglés, pero no estaba de acuerdo. Optó por la Normal de Beijing, universidad reconocida a nivel nacional como una de las mejores en la formación de maestros y que acepta a extranjeros, aunque la mayoría son asiáticos. Él quería estar en un ambiente 100% en mandarín.

Para ingresar le exigían el nivel HSK 5, el cual indica que el alumno puede leer periódicos y revistas , ver películas y ofrecer un largo discurso en chino.

El HSK (Hànyǔ Shuĭpíng Kǎoshì) es un examen estandarizado para evaluar el dominio del idioma que certifica la habilidad auditiva, escrita, comunicativa y de lectura de los extranjeros que estudian mandarín en situaciones cotidianas, así como académicas y profesionales. Existen seis niveles y Edmundo tiene el HSK 6, el requerido para titularse.

En su grupo iniciaron la maestría 11 extranjeros. Sólo llegaron hasta al final 5: una alumna de Malasia, uno de Vietnam y dos surcoreanas.

En el examen de grado se encuentran él y otros tres alumnos, dos chinos y una surcoreana. Los cuatro en el mismo salón, listos para presentar su examen profesional.

En China, con la población más grande del planeta (mil 357 millones sin contar a los residentes temporales como Edmundo) las réplicas orales de los exámenes de grado se hacen en colectivo. No hay tiempo que perder.

En México, con 11 veces menor población, es impensable que el momento de gloria académica sea compartido y menos a nivel de maestría. Los exámenes se hacen por separado y los familiares y amigos del graduado se visten de gala. Luego viene la fiesta. Pero aquí, en Beijing, las costumbres son diferentes.

Los padres de Edmundo se encuentran al otro lado del Océano Pacífico, a 12 mil 450 km de distancia en la Ciudad de México. En su caso se entiende que no le acompañen dado lo costoso del viaje. Pero lo que un latinoamericano no entendería es la ausencia de los padres de los estudiantes chinos.

El gigante asiático es un país de migración interna constante. Es común que las metrópolis como Beijing, donde se encuentran las universidades más prestigiosas del país, reciban a jóvenes de todas las provincias, quienes se alojan en los dormitorios de las casas de estudio. Los padres se encargan de apoyarles con los gastos de manutención, pero raras veces les visitan.

Los compañeros de clase se convierten en la familia extendida. Son lazos que perduran para toda la vida, considerando que la mayoría de ellos son hijos únicos por la política de control de la natalidad vigente desde hace 36 años, aunque en algunos casos los chinos ya pueden tener dos y hasta tres hijos.

Edmundo no es hijo único. Es el mayor de tres hermanos. Tiene 29 años, no obstante, su mamá fue quien más se entristeció cuando dejó el nido.

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