La gastronomía fue también un tema central en mi lista de sorpresas. La comida china, tan variada como sus regiones y su gente, es también digna de saborear tomándose su tiempo para disfrutar de todo.
No me costó mucho adaptarme a esta nueva dieta, ya que todo lo que degusté resultó sumamente delicioso.
No podía esperar para dirigirme hacia una nueva dirección; la necesidad de explorar allí abarca todos los ámbitos.
Tuve el placer de conocer el tren bala, un lujo visto desde el transporte urbano al que estoy acostumbrada, pero también quise conocer el metro, al que también descubrí muy diferente al de mi país.
Caminar por las calles, tanto de Beijing y de Xi'an, constituía una sensación indescriptible de estar en una sintonía diferente, respirar diferente, percibir diferente.