Aquellas escenas se hicieron distantes, borrosas, cuando la realidad superó lo onírico y realmente pude dejarme embargar por esa indescriptible sensación de volver un sueño realidad. Observar esas reliquias, patrimonios de la humanidad, tesoros únicos del país y del mundo…me hicieron sentirme viva, conectarme con la historia y vivirla.

Pude sentir, por instantes, la fuerza y el peso de una civilización milenaria, que como un maestro, sabio y generoso, comparte sus secretos a quien quiera, y se atreva a conocerlo.

Toda mi vida me figuré a China como un gran misterio. Y aún considero que lo es; a su manera, nadie conoce todas las respuestas a la hora de hablar de esta nación. Considero que depende de uno mismo transmitir, difundir lo que se conoce, y a la vez, querer aprender conociendo a los demás. Acercándose con curiosidad y respeto, podemos llegar a transitar caminos infinitos. No se llegan de forma rápida, pero nos dejan la mayor de las satisfacciones. Cual jarrones de cerámica tabicados chinos que visitamos en una de las excursiones, pude observar la paciencia de sus artesanos para crear las más bellas piezas. De esa misma forma procuro recorrer este camino.