El presagio de la muerte

por Abel Rosales, 16-05-2012

Otra vez mayo pero de 2012 estremece con la muerte de Carlos Fuentes, el mexicano ganador de infinidad de premios literarios entre ellos el Principe de Asturias y el Cervantes. Carlos se ha ido con su elegancia innata y nos deja sus exquisitas novelas. Una vida entera basta para descubrir sus cuentos y novelas.

Save and Share Tamaño de texto   2012-05-17 10:47:06 CRI

En mayo de 2009 en La Habana recibí la impactante noticia de la muerte del genial escritor uruguayo Mario Benedetti. También en China era conocido el autor de La tregua, Gracias por el fuego, Primavera con un esquina rota entre otras alucinantes creaciones literarias. Traductores como Bai Feng Sen y Liu Xiliang, este último ex-viceministro de Radio y televisión conocieron de cerca los sentimientos de Mario.

Mario Benedetti

Bai tradujo Montevideanos y Con y sin nostalgia, una recopilación de sus relatos más representativos donde el amor, el exilio, la frustración junto a la ironía denotan el ingenio de Benedetti.

Liu tradujo La tregua, un clásico del uruguayo y esta obra le alcanzó para reconocer el ingenio de Mario que incluye más de ochenta libros de poesía, novelas, cuentos, ensayos y guiones de cine.

Carlos Fuentes

Otra vez mayo pero de 2012 estremece con la muerte de Carlos Fuentes, el mexicano ganador de infinidad de premios literarios entre ellos el Principe de Asturias y el Cervantes. Carlos se ha ido con su elegancia innata y nos deja sus exquisitas novelas.

Una vida entera basta para descubrir sus cuentos y novelas. Fuentes recibió al nuevo milenio con el incansable camino de las palabras: en 2004 recibe el Premio Real Academia Española de Creación Literaria y posteriormente publica Todas las familias felices (2006), La voluntad y la fortuna (2008) y Adán en Edén (2009). La muerte de Artemio Cruz le da a conocer en 1962, año en el que escribe El aura, relato de corte fantástico una de las obras inolvidables en lengua española.

Duele el silencio, pero la perpetuidad de las palabras nos salva del olvido. Gracias Mario, gracias Carlos.

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