En la entrada de la puerta de mi casa puse de cabeza el carácter chino de la palabra felicidad (Fu) porque, según me explicaron mis amigos chinos, la expresión "estar de cabeza" y "llegar" son homófonos en el mandarín. Esto quiere decir que con el año nuevo "la felicidad está de cabeza" y también que "la felicidad ha llegado".

Me sumé al éxodo más grande del planeta y viajé a Shanghai y a Henan. En este periodo vacacional millones de trabajadores migrantes, principalmente, como campesinos, obreros, profesionistas y estudiantes, aprovechan para visitar a sus familias. Para muchos es la única oportunidad que tienen durante el año para regresar a sus pueblos. Las grandes metrópolis se paralizan. Se calcula que este año se realizaron 3 mil millones de viajes.

La mayoría de las personas opta por viajar en tren, porque es el medio de transporte más barato.

Acudí a los templos budistas y observé cómo las personas oraban por la buena fortuna para este año nuevo.

También fui testigo de cómo toda la ciudad de Beijing se iluminó con luces multicolores de los fuegos pirotécnicos y se estremeció con el sonido de los cohetes. Por tradición, las personas queman cohetes porque en la creencia es la forma de ahuyentar al demonio del Nién, y a la mala suerte. Esto ocurre por todos los rincones de la ciudad, no sólo un fin de semana, sino ¡15 días!

Al décimo quinto día se celebra la Fiesta de los Faroles, que marca el cierre del festival. Se acostumbra comer yuan xiao, que son bolas de arroz glutinoso.

Pese a experimentar estas tradiciones, sentía que algo me hacía falta. No veía la danza del dragón por ningún lado. Mis amigos chinos me explicaron que esta danza suele realizarse en ocasiones especiales, y que se acostumbra más en el sur de China, donde hace menos frío.