Transcurrieron los años. Debido a mis ocupaciones dejé de participar en el grupo danzante, pero acudía cada año nuevo chino como un espectador más.
Estudié la carrera de comunicación hasta concluir la maestría en la Universidad Nacional Autónoma de México. Antes de venir a China, era profesor en mi universidad y trabajaba, también, en medios de comunicación.
Nunca cruzó por mis pensamientos visitar al gigante asiático, mucho menos para trabajar, pero mi rumbo estaba marcado en Oriente. Recibí una invitación para colaborar en Radio Internacional de China. Mi vida dio un giro. En menos de lo que pensaba ya estaba cruzando los océanos. Así es como 15 años después de haber bailado el dragón, por primera vez, aterrizaba en China.
Desde que toque estas tierras descubrí que China es gigante, no sólo por ser la más poblada de la Tierra, sino también por su riqueza cultural.
Lo que yo entendía en México por comida china, no es más que un estilo de comida de la provincia de Guandong, conocida como Cantón. El famoso chop suey es un invento culinario que se dio en Estados Unidos, con una mezcla de la cocina china. Es lo mismo que ocurre con la llamada comida mexicana que se prepara en ese país, que más bien es una mezcla de comida tex-mex.
El arte culinario oriental es tan rico y vasto, lleno de sabores. Va desde lo dulce hasta lo más condimentado y picante, como la comida mexicana.
He comido diversos tipos de arroz, frito, al vapor, glutinoso. Para los chinos el arroz es el equivalente a la tortilla de los mexicanos. Ahora me cuesta trabajo comer sin arroz.