Debido a la lluvia, que continuaba con fuerza, no pudimos realizar un deseo que teníamos en masa: tomarnos una foto tocando a un panda, por lo que salimos un poco decepcionados. Además, estuvimos poco tiempo en el parque, pues las condiciones meteorológicas no eran nada favorables.
Lo cierto es que ahora podemos presumir que estuvimos así de cerca de un panda gigante en su hábitat natural.
Shang Li
Tras abandonar el Centro para la investigación y la reproducción del panda gigante, nos dirigimos en autobús a Shang Li, un poblado muy pintoresco establecido al lado de un caudaloso río, alimentado por la llovizna que no quería terminar. El lugar, aunque bonito y típico, perdió un poco de encanto a mis ojos, pues es demasiado comercial y turístico, lo que le confiere un cierto aire artificial.
Pero no me puedo quejar, la vista era sensacional, y probé ahí una especie de pan esponjoso envuelto en hojas de maíz. De inmediato mi paladar reconoció el sabor: era idéntico al de un tamal mexicano, hecho de masa de maíz fresco, manteca y azúcar. Es increíble cómo la comida de Sichuan se parece mucho a la de mi país.
Tamales chinos
Tras la grata experiencia del "tamal chino", abandonamos Ya'an y comenzamos el trayecto hacia Leshan. Durante cuatro horas de viaje en autobús, bajamos de las montañas y atravesamos una extensa planicie, donde pude ver extensos viñedos, sembradíos de verduras y una imagen que, quizá, tenemos en todo el mundo cuando pensamos en China: la de los campesinos con un sombrero cónico para protegerse de la lluvia. Todo el camino parecía una postal. Sichuan es así de bella.
Hoy por la noche llegamos a Leshan, una ciudad ubicada en una zona donde se unen los ríos Dadu y Min. En este momento escribo desde un hotel al lado del enorme río, con una vista imponente. Ha llegado la hora de descansar, pues mañana visitaremos el famoso Buda de Leshan, el más grande del mundo. Ya les contaré.
Ming tian jian.