El origen del té: la montaña Meng Ting

Juan Carlos Zamora, 03-09-2010

Sichuan tiene fama de ser una de las provincias más bellas de China gracias a sus espectaculares reservas naturales, y atrae a una gran cantidad de turistas debido a que es el hogar del oso panda. Sus habitantes presumen también que el mejor té del país se produce aquí. Esto último lo pude comprobar hoy, en el segundo día de mi viaje acompañando a los ganadores del concurso "Quiero visitar Sichuan", pues fuimos al lugar donde hace más de dos mil quinientos años el hombre cultivó por primera vez el té.

Save and Share Tamaño de texto   2010-09-06 16:13:25 CRI

En la antigüedad, el té que se producía en Meng Ting Shan era sólo para el emperador y los personajes importantes. Por fortuna, hoy todos podemos disfrutarlo.

¿Qué hace tan especial al té de Meng Ding Shan? Su exquisito sabor y su altísima calidad. Debido a que en esta zona siempre hay humedad y neblina, es muy difícil que los rayos del sol penetren, lo cual genera un ambiente perfecto para el cultivo del té verde. Una de las variedades principales que se producen aquí es el Meng Ding Huangya o té amarillo, que se considera una bebida gourmet en el mundo.

En la entrada de la montaña Meng Ting

Al bajar del autobús, lo primero que pudimos ver fue una gigantesca fuente con la forma de una tetera sirviendo en una taza, así como varias esculturas de hombres en diversas posiciones de kung fu y objetos en las manos que, en primera instancia, me parecieron espadas, pero al acercarme me di cuenta que eran teteras con una boca larga y afilada. La razón es que quienes servían el té a los emperadores eran verdaderos artistas, conocedores del kung fu, y lo hacían en las posiciones más difíciles y espectaculares, por lo que disfrutar una taza de té no sólo era un deleite para el gusto, sino también para la vista.

Mientras pensaba en lo difícil que debía ser llenar una taza de té en esa forma, entramos al museo local, donde se exhibe la historia de esta bebida en China y otras partes del mundo. La parte más atractiva para mí fue una zona donde se muestran réplicas de salitas de té de varios países: desde la elegante al estilo inglés, con loza blanca y sillas antiguas, hasta la sobria de estilo japonés, con una mesita casi a ras de piso y cojines.

Viajar en teleférico

Al salir del museo comenzó a lloviznar y una espesa neblina se apoderó del lugar. El escenario, con un cierto toque de misterio, fue ideal para comenzar un ascenso de diez minutos en teleférico hasta la cima de la montaña. La vista era espectacular, a pesar de la bruma. En el horizonte sólo se divisaban montañas cubiertas de pinos, y un aire purísimo llenaba nuestros pulmones.

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