Beijing desde mi paladar

Karelys Cusidó, 25-08-2010

Uno de los más grandes desafíos que me he encontrado en China ha sido el sabor de su comida. Eso ha pesado en mí más que su frío invierno y que la distancia que pone entre los colores del caribe y yo. Quizás esto sea acaso porque cada ser humano es portador y acreedor de una cultura que se manifiesta desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, sin olvidar, por supuesto, la hora de la mesa.

Save and Share Tamaño de texto   2010-08-25 16:15:45 CRI

En el menú beijines de esta cubana tiene también un lugar privilegiado lo que en Cuba conocemos como arroz frito, que en realidad se llama Chau Fan y es un arroz con "todo", como también decimos allá, desde jamón, camarones, huevos hasta champiñones.

Por supuesto, y por suerte, hay muchos occidentales y latinos en Beijing, y dentro de ellos cubanos, que se están como pez en el agua, cuando se sientan a la mesa en la capital china. A esos: felicidades. A los que como yo, tengan sus dificultades con el picante, las cinco especias y el sabor dulce de algunas comidas: paciencia y sobre todo: no dejarse desesperar, porque siempre hay opciones. De buscar es de lo que se trata.

No hay que olvidar que la comida china pudiera considerarse en sí misma patrimonio de una nación, porque sintetiza una tradición milenaria. La gastronomía china es tan sana y alimenticia como pocas y su sabor tiene un amplio diapasón. La verdad es que hay para todos los gustos en la mesa de Beijing, incluso para algunos limitados como el mío. La variedad es lo que realmente distingue a la comida china. Creo que el triunfo está en orientar nuestro paladar hacia la diferencia.


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