Hace diez años, Shanghai iniciaba los preparativos para ser la sede de la Exposición Universal, y ahora, a sólo diez días de distancia, está lista para cosechar los frutos de una década de esfuerzos.

En menos de dos años, la mirada del mundo se dirige nuevamente a China, quien busca sorprender con la organización de otra olimpiada, pero esta vez en los terrenos de la economía y los negocios, la cultura urbana y la tecnología.

El ambiente ferial se respira en todas partes. Desde que abordé el avión en Beijing con rumbo a la mayor ciudad del gigante asiático aparecieron ante mis ojos los promocionales del magno evento, y entre las revistas que se ofrecen al pasajero había una edición especial con información útil para el visitante.

En los taxis de la moderna metrópoli también viaja la Expo, pues se han pegado anuncios donde se proporciona un número telefónico a los extranjeros para solicitar ayuda si existe algún problema de comunicación con el chofer.

En los autobuses, el metro, las calles y los grandes edificios se han colocado pantallas electrónicas, de diferentes tamaños, para difundir todo lo relacionado con los pabellones participantes.

En las tarjetas de recarga, que se usan como boleto del metro y autobús, aparece la mascota Haibao, una sonriente gota de agua azul con forma humana, grandes ojos y un lindo rizo en el cabello.

Esta figura, que en mandarín significa "tesoro del oceáno", anda por toda la ciudad y la gente aprovecha para tomarse fotos con ella. Además, pueden llevarla a casa, pues Haibao también se vende como muñeco de peluche en restaurantes, centros comerciales y hoteles.

En algunos parques se han instalado módulos de información, donde jóvenes uniformados con ropa deportiva en tonos azul y blanco, orientan sobre la feria.

Este ambiente festivo ha contagiado a los visitantes, tanto nacionales como extranjeros, quienes se toman fotos a las orillas del río Huangpu, último afluente del río Yangtsé, con los edificios más representativos de este centro económico o con algún motivo alusivo a la Expo.

La urbe, que se caracteriza por su mezcla de arquitectura oriental y occidental, tanto tradicional como vanguardista, se ha puesto en estos días su traje de gala y espera ansiosa la gran inauguración.

Para darle la bienvenida a más de 70 millones de visitantes, la ciudad buscó mejorar su imagen y para ello se sometió a una "tratamiento de belleza", que incluía importantes mejoras en la infraestructura, sobre todo en transporte y comunicaciones, así como la incorporación de acciones a favor del medio ambiente.