China Radio International
(GMT+08:00) 2005-09-08 17:56:08    
La leyenda sobre el origen del paraguas

CRI
La belleza del paisaje del Lago del Oeste atrajo al famoso carpintero Lu Ban y a su hermana Lu Mei. Fueron desde la provincia de Shandong a visitarlo.

Un día salieron a pasear por la orilla del lago. De pronto, se levantó un viento muy fuerte que provocó grandes olas y se desencadenó la lluvia de primavera. Como no tenían nada para protegerse de la lluvia buscaron refugio bajo un gran árbol. Pero fue inútil. Al rato estaban totalmente empapados.

-¿Hermano, cómo es que si tú eres un experto carpintero no tenemos nada con qué protegernos del agua? Se me ocurre algo. ¿ Qué te parece si tú y yo, cada uno por su lado, inventamos algo para que los que vengan a contemplar la belleza del lago no teman a la lluvia? ¿Tienes el coraje de medirte conmigo?- desafió Lu Mei riendo.

-Claro que lo tengo- contestó pausadamente Lu Ban-. Pero debemos ponernos un plazo. Una sola noche, ¿de acuerdo?- propuso con petulante sonrisa.

-Está bien. De acuerdo, hasta el primer canto del gallo- dijo Lu Mei.

De inmediato, los dos hermanos, cada uno por su lado, se pusieron manos a la obra. Lu Ban cepilló, esculpió y erigió cuatro columnas pintadas de rojo a la orilla del lago. Luego, sobre las columnas, puso un techo cuadrado y en cada punta una campanita de bronce. Así concluyó de construir un quiosco cuadrangular. "Ahora sí, aunque caiga un diluvio uno podrá contemplar el paisaje sin mojarse", se dijo muy contento Li Ban.

Al rato, un gallo cantó. La aurora iluminó el radiante colorido del quiosco. Lu Ban, sentado bajo su quiosco, muy alegre, pensó: Lu Mei, lo siento mucho pero creo que la victoria es mía.

Súbitamente, algo apareció frente a él. Era como si un hermoso pavo real saliera a su encuentro con su esplendorosa cola desplegada. Cuando clavó los ojos en esa cosa tan extraña vio que era algo que su hermana traía en la mano. Esa cosa parecía un quiosco con un techo de treinta y dos puntitas sostenidas por una sola columna. Sobre estas treinta y dos puntitas había una tela tendida con bordados de ave fénix y peonías. Del extremo de cada puntita pendía una borla de seda amarilla.

Lu Ban, perplejo, miró detenidamente esta maravilla: era un bastón que sostenía treinta y dos largas varillas de bambú y otras tantas cortas; apretando un botón, se abría y cerraba libremente. ¡Qué linda cosa! ¡Tan ligera, ingeniosa y bonita!

- Hermano, en sólo una noche has levantado un quiosco maravilloso, mientras que yo sólo he podido hacer "medio quiosco". Pero debes saber que este "medio quiosco" sobrepasa a miles de los que puedas construir. Mira, bajo la lluvia, con esto, yo puedo pasear por toda la orilla del lago sin mojarme -dijo Lu Mei.

- Sí, mi buena hermana, tienes razón- reconoció Lu Ban. A partir de entonces, Lu Ban respetó mucho a Lu Mei, a la que consultaba todo.

En un principio, la gente llamó a esta maravilla "amparo de la lluvia". Pero más tarde, alguien inventó el carácter San con figura de quiosco que quiere decir paraguas.