En el antiguo reino de Sun, cierta vez, un campesino que trabajaba en su parcela de tierra, vio, de repente, aparecer un conejo. Muy nervioso, el animal pasó velozmente cerca de él. ¿Qué pasará? pensó el campesino. ¿Tal vez estaba siendo perseguido por algún cazador? En realidad, estas reflexiones no importan tanto. El caso es que el conejo corría y corría, encequecido por el pánico. Y así entró en la parcela del campesino, tropezó violentamente contra un árbol y cayó muerto.

"¡Qué suerte !" Dijo el campesino.

Tenía razón el campesino, pues, había conseguido un conejo sin hacer nigún esfuerzo. Contento,volvió a su casa llevando el conejo y preparó un delicioso plato.

El campesino comenzó a pensar:" ¡Qué maravilla! Si los conejos vienen a estrellarse contra los árboles de mis tierras, ¿Por qué tengo que sufrir trabajando con la azada, sudando y enfrentandome al sol y a la lluvia? Basta recoger los conejos que vengan a morir al pie de mi árbol para vivir tranquilo".

Dicho y hecho: Desde entonces, el campesino abandonó la azada y se fue a sentar al pie del árbol en esperar de que fueran los conejos a morir allí.

Los días pasaron pero nigún conejo volvió a estrellarse contra el árbol. Mientras tanto, las tierras del campesino agonizaban sin una planta de nada. Cuando llegaron los tiempos de cosecha, como es de suponer, no cosechó absolutamente nada.

De esta historia, nació el proverbio:" Esperar a los conejos, sentado al pie del árbol."

Este proverbio es muy usado para describir a los que no quieren hacer nigún esfuerzo y esperan resultados fáciles.